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Alimentos,bebidas y calentamiento global

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

En Biodiversa Laguna de junio de este año, tuvimos la oportunidad de escuchar excelentes conferencias sobre alimentación en general y sobre el consumo de alimentos y refrescos en México.

Escuchamos por ejemplo, que la población mexicana tiene un consumo excesivo de alimentos ricos en grasas que supera por mucho a la recomendada y que la mayoría de los aceites que se consumen son ácidos grasos trans, o sea que pueden transformarse en colesterol y/o triglicéridos; además, para completar el cuadro, se consumen grandes cantidades de azúcares concentrados. Los datos de la Encuesta Urbana de Alimentación 2002, muestran que en la ciudad de México el consumo de grasas es en promedio de 33% del total de energía de la dieta, cuando la recomendación es de aproximadamente 25% para una población normal adulta. El consumo de energía que consume un mexicano es mayor que la que gasta, esto tiene un importante significado para lo que comento más adelante.

Desde luego una dieta rica en grasas y azúcares tiene un impacto negativo sobre los mexicanos, para empezar, las encuestas nacionales de nutrición entre 1988 y 2006 indican un rápido aumento de la obesidad en la población, alrededor del 70% de los mexicanos adultos tiene algún grado de sobrepeso. Como se ha repetido hasta el cansancio, la obesidad está estrechamente relacionada con la diabetes mellitus, la cual es la primera causa de enfermedad y muerte en la población mexicana.

Los problemas de salud pública ocasionados por los alimentos que consumimos, no son los únicos, hay también problemas ambientales. El punto es que el tipo de alimentos seleccionados sea por manipulación, gusto, o porque no tenemos para comprar otra cosa, genera una importante cantidad de gases de efecto de invernadero, responsables del calentamiento global.

Analicemos uno de los alimentos más populares de la clase media, revisando rápidamente el estudio de J. Casio que llevó a cabo con consumidores norteamericanos, en los que la hamburguesa no sólo es popular, es de hecho uno de los principales alimentos en la vida cotidiana de ellos. Casio se planteó la siguiente pregunta para guiar su estudio: ¿Qué efecto tendrá en la emisión de dióxido de carbono, una hamburguesa? Acto seguido, se puso hacer un estudio fantástico, primero contó la cantidad de hamburguesas que come cada norteamericano y encontró que se comen tres en promedio por semana lo que da 150 hamburguesas por persona por año. Sin duda, comenta Casio, millones de hamburguesas se consumen en un año sólo en los Estados Unidos. Después midió con alto grado de detalle todo lo que intervenía en el proceso de producir una hamburguesa: el ganado, el alimento del ganado, la producción natural de metano por la digestión de las vacas, la producción de lechuga, de trigo para el pan, de leche para la producción del queso, y el transporte y refrigeración utilizados. Encontró que casi 200 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono, según Casio, hay más emisiones de gas invernadero en las hamburguesas que el que producen todos los autos en Estados Unidos. "Y esto es sólo un tipo de comida, imaginen la enorme cantidad de cosas que compramos".

Ahora revisemos el caso del consumo de refrescos, como también sabemos, México tiene el honroso tercer lugar en consumo de refrescos por persona por año, sólo es superado por Argentina y Chile. Las estimaciones más conservadoras indican un consumo de 120 litros de refresco por persona por año. Un refresco de los más populares en México, de 330 mililitros en botella de vidrio emite aproximadamente 360 g de dióxido de carbono. Esto significa que la generación de dióxido de carbono por habitante en un año será de 131 kg. Si se considera que en el último censo realizado por el Inegi se contaron 112 millones 336 mil 538 habitantes en México, entonces tendríamos una emisión de gas invernadero de 14,716 millones 086 mil, 478 kg de dióxido de carbono en un año. Sólo por consumo de refrescos embotellados, agréguenle una hamburguesa y las cosas serás verdaderamente alarmante.

Por donde se vea, nuestros hábitos alimenticios no sólo afectan nuestra salud, también se afecta de forma severa nuestro medio ambiente, ya que con nuestra forma cotidiana de alimentarnos generamos una gran cantidad de gases de invernadero, aumentando aun más la posibilidad de que siga creciendo la temperatura global del planeta y con ello los cambios climáticos que seguirán dándonos sorpresas.

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