Siglo Nuevo

Amar o no amar

OPINIÓN

Amar o no amar

Amar o no amar

Adela Celorio

No ser amados es una simple desventura, la verdadera desgracia es no amar.

Albert Camus

Jóvenes y explosivos, Romeo y Julieta son símbolo del amor violentado hasta la muerte. La altísima temperatura, la desesperación con que aúlla Mariana Alcanforado por el cuerpo de su amante sobre su cuerpo, por sus labios contra los labios del hombre que desapareció tras compartir furtivamente su lecho de monja (Cartas portuguesas), es otro ejemplo de amor contrariado. Aunque creo que los ejemplos son innecesarios ya que bajo las cenizas del recuerdo, casi todos ocultamos la reliquia de un amor contrariado. Basta con que las buenas conciencias prohíban, la muerte arrebate o la traición atice cualquier romance, para que éste se convierta en un incontrolable incendio.

De amores incumplidos está hecha la poesía: Mira si soy desprendido / que ayer al pasar el puente / tiré tu cariño al río. Benítez Carrasco. En música la Sonata a Kreutzer, de Beethoven inspirada en la novela de Tolstoi del mismo nombre. En literatura Madame Bovary de Gustave Flaubert. En el cine Vacaciones en Roma y en arquitectura el Taj Mahal, son refinados testimonios de amor incumplido.

Por el contrario, los amores que con el beneplácito social se consagran en el altar, generan familias ‘felices’ y ciudadanos para la patria. Dan lugar a patrimonio y seguridad, aunque a fuerza de repetir las mismas frases y deshilacharlas hasta el aburrimiento compartido, acaban por espesar el amor y convertirlo en una dudosa zona de confort.

Eventualmente escucho en el radio a señora que después de confesarse felizmente casada, cuenta a los radioescuchas la intensidad y la sensualidad con que cada noche, ella y su marido beben vino mirándose a los ojos desde hace 46 años. ¡Qué perversidad! Yo escucho a esa ejemplar esposa porque soy masoquista. Hace ya mucho tiempo descubrí que la gente sensata me desborda y que hacer cosas sensatas me trae mala suerte. Si Shakespeare hubiera decidido que Romeo y Julieta fueran sensatos y en lugar de morir de manera tan tonta se hubieran unido en santo matrimonio, su famosísima novela trataría de una pareja donde agotado el fuego ardiente de los primeros años, Julieta la gorda litigaría a todas horas con un Romeo aburrido y flácido.

Para no verme tan literaria traeré a cuento personajes contemporáneos como el príncipe Carlos de Inglaterra, cuya incontrolable pasión por Camila le impidió amar a la bella Diana. Sus genitales clamaban desesperadamente por el paraíso prohibido y para conquistarlo no dudó en traicionar a su esposa y ponerse de montera a la rígida monarquía inglesa. Ahora con Camila en su cama y sin prohibición alguna, la pareja empieza a dar señales de hastío.

Conclusión, los amores más intensos son aquellos que por no encontrar los cauces propicios para su desgaste, permanecen intactos, imperiosos, magníficos... en el recuerdo. Siendo así las cosas, emparejarse o no es el dilema. Escoger entre el amor que por incumplido no tiene tiempo para corromperse, o aquel que se cumple debidamente: “En riqueza y el pobreza, en salud y en enfermedad, hasta que la muerte nos separe”. El viejo mito de que se casaron y fueron muy felices ya no convence, sin embargo cada hombre y cada mujer llevamos en la imaginación la pareja con la que nos gustaría encerrarnos hasta agotar el misterio. Gracias a esa bendita inocencia, generación tras generación, nos arrojamos a la hoguera amorosa convencidos de que lo nuestro es diferente. Nadie está dispuesto a renunciar voluntariamente al polvo de estrellas que son los besos; porque para bien o para mal, sería insoportable llegar al fin de la vida sin poder preguntarse: ¿y lo amado quién me lo quita?

Correo-e: adelace2@prodigy.net.mx

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