Sara Parks. El presidente estadounidense, Barack Obama, John Boehner (d) y Reid desvelan la estatua en honor de la activista.
El Tribunal Supremo de Estados Unidos comenzó ayer a analizar la vigencia de la histórica ley de 1965 que, con el fin de evitar la discriminación en el derecho de voto de la minoría negra, limitó la capacidad de algunos estados para modificar la normativa electoral.
La llamada Ley de Derechos Civiles, promulgada por el presidente Lyndon Johnson (1963-1969), es considerada uno de los mayores logros de la revuelta pacífica por los derechos civiles que vivió Estados Unidos en aquellas décadas.
Mientras el Supremo escuchaba ayer los argumentos de las partes, al otro lado del parque y en la Rotonda del Capitolio, Barack Obama, el primer presidente afroamericano de EU, develó una estatua de Rosa Parks, la militante negra que en 1955 se negó a abandonar en un autobús un asiento reservado para blancos.
La desobediencia de Parks fue uno de los detonadores del movimiento de los derechos civiles contra la segregación racial, y la ley de 1965 fue la consecuencia política de aquella revuelta que transformó al país.
"Ni un paso atrás, no volveremos al pasado", dijo ayer a la multitud frente al Tribunal Supremo, Martin Luther King III, hijo del adalid de la lucha contra la segregación racial Martin Luther King, asesinado en 1968.
La Constitución de EU ha reconocido el derecho de los negros a votar desde 1868, pero en muchos estados, sobre todo en el sur, se promulgaron leyes con requisitos complicados, combinados con la intimidación, para impedir que los negros se registraran para votar, y que los pocos registrados de hecho votaran.