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Antonio

Diálogo

YAMIL DARWICH

Una tierra agreste, como la nuestra, requirió de hombres y mujeres que supieran ir más allá del trabajo: estar dispuestos a llegar al sacrificio.

Ser pionero en La Laguna, exigió como ingrediente humano: carácter fuerte, el temperamento bien acrisolado y una actitud positiva y valiente, lo suficientemente vigorosa como para vencer condiciones de clima y retos presentados por el incipiente nacimiento de una ciudad alejada de un gobierno centralista; realidad que pocos hombres pudieron superar.

Lo hicieron los primeros colonizadores, que enfrentaron a un semidesierto agreste, exigente del sobreesfuerzo de aquellos que lo quisieran colonizar, realidad alcanzada con sacrificios y una valentía capaz de sobreponerse a las más graves adversidades; piense que, de tener un año productivo en la agricultura, debían enfrentar períodos de sequías que amenazaban el patrimonio y la vida misma de quienes las encaraban; de ahí el orgullo de decir "vencimos al desierto", que se refiere a aquellos perseverantes que vinieron y fueron, a pesar de todo.

Más tarde, colocar a las ciudades de la Región Lagunera, al frente de la modernidad mexicana, como ejemplo de desarrollo en la industria, comercio y vida civil, exigió la presencia de nuevos personajes que decidieran tomar por su cuenta los temas de vanguardia y aplicarlos en nuestra región.

Luego llegó una tercera generación -oleada humana- de personas que continuaron el esfuerzo de sus antecesores y lograron, más que mantener sus logros, acrecentar éxitos y patrimonios de organizaciones de los más variados rubros, hasta crear empresas que sostuvieron el orgullo de lo regional.

Ese fue el caso de Don Antonio Irazoqui, quien, adoctrinado con la sabia dirección de Don Antonio de Juambelz, en su tiempo supo tomar las riendas de El Siglo de Torreón y sostenerlo en un lugar preponderante a nivel nacional.

El fundador, Don Antonio de Juambelz y Bracho, cimentó un periódico que defiende la veracidad y sirvió como ejemplo de periodismo escrito, en un México de la primera mitad del siglo anterior; Don Antonio Irazoqui y de Juambelz, llegado el momento, -1972- instaló el sistema offset en el periódico, actualizando el sistema de impresión, que sentaba un nuevo precedente de modernidad de La Laguna, ante el resto de México.

La calidad de los contenidos, sobresaliendo el buen estilo periodístico y la veracidad de lo escrito, permaneció vigente y la aceptación del producto fue evidente: de doce páginas que constaba cada edición, llegó a crecer a cien y más. Luego, siguió insistiendo en la automatización, lo que le facilitó convertirlo en un medio de comunicación escrita de calidad, con prácticamente cero errores en sus impresos.

Su esfuerzo tuvo otras repercusiones y el reconocimiento a la calidad del periódico llevó a Don Antonio a ocupar la presidencia de la Asociación de Editores de los Estados, que reúne a las publicaciones libres de mayor prestigio en México.

Luego, en 1993, crearía El Siglo de Durango, periódico hermano del de Torreón, que cada día va sumando lectores en ese estado federal; le siguió la publicación de El Siglo de Torreón en Internet, ampliando sus lectores e influencia a todo el mundo y, por último, "La i", periódico vespertino regional.

Si en la vida profesional fue productivo, en lo social fue ampliamente participativo, involucrándose en forma activa en asociaciones de servicio comunitario, siendo fundador, junto con su tío Don Antonio de Juambelz, de la universidad de los laguneros: la Autónoma de La Laguna.

En el plano familiar tampoco tuvo desperdicio de vida, fue un esposo ejemplar y padre de hijos que además de amarlo lo admiran y le profesan enorme respeto, ganado con la ejecución de principios y criterios de bien ser, para bien hacer, para mejor servir.

Sin duda que la herencia para los laguneros, que deja Don Antonio -1934-2013- es la muestra y ejemplo de lo que espera la comunidad de todos sus integrantes: el trabajo, esfuerzo y de ser necesario el sacrificio, hasta llevar a la obra, incluidos todos sus colaboradores, a alcanzar el fin que se propusieron al inicio del camino.

Queda su enseñanza como ser humano: hijo, esposo, padre y profesionista profesional; economista que entregó a la Comarca Lagunera, los mejores frutos de su aplicación al sostener un medio de comunicación masiva como ejemplo de calidad en su área.

En lo personal, junto con Don Emilio Herrera, fueron mis "cómplices" en el periodismo escrito, al motivarme a publicar mis apuntes personales, sacándolos del mismísimo buró de la recámara, dando origen a los "Diálogos".

El temor a expresarme públicamente y decir lo que pensaba, siempre fue tratado con la orientación inteligente, el afecto demostrado y, sobre todo, la paciencia a los errores que continúo cometiendo.

Qué "mano tan pesada" tenían esos hombres de la "tercera oleada" de fundadores de La Laguna; cuánto se les extraña y qué grave responsabilidad dejaron en nuestras conciencias.

ydarwich@ual.mx

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