Cris Carter será entronizado este sábado al Salón de la Fama de la NFL. Atrapadas lo llevan a la inmortalidad
Este sábado se realizará el ingreso de Cris Carter en el exclusivo club de los mejores del futbol americano en Canton, Ohio.
A lo largo de más de 16 temporadas en la NFL, Carter ejemplificó precisamente la labor por la que le pagan a un wide receiver: atrapar el balón.
Tras superar algunos problemas muy publicitados en sus primeros años, Carter se convirtió en un jugador destacado en la década de 1990 con los Vikings de Minnesota. No era el más rápido, el más grande ni el más escurridizo del grupo, pero logró algunas de las atrapadas más improbables del juego y con frecuencia lo hizo en los momentos más oportunos.
Después de no pasar el corte para el Salón de la Fama en cinco ocasiones, Carter finalmente logró la votación necesaria y será investido el sábado con el grupo de este año, a unas tres horas y media en coche de donde se crió en Middletown, Ohio.
Criado en la pobreza en un apartamento de cuatro habitaciones con una madre soltera y cinco hermanos, Carter se podría haber desviado fácilmente de su camino al Salón de la Fama. No cumplía los requisitos para ingresar a la NFL durante su último año en la universidad del estado de Ohio debido a una investigación federal por crimen organizado, que reveló que firmó demasiado pronto con un agente. Forzó al entrenador de Filadelfia Buddy Ryan a despedirlo después de la temporada 1989. Después, abusó del alcohol y las drogas al punto de que estaba destruyendo su carrera, además de su vida.
Pero en la que posiblemente fue la mejor inversión en la historia de la franquicia, los Vikings pagaron la cuota de 100 dólares necesaria para hacerse con los servicios de Carter. Un decenio más tarde, había sido escogido para ocho Pro Bowls, alcanzó en ocho ocasiones la postemporada.