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Bachelet de regreso

JÓVENES COLUMNISTAS

ALAN DAVID BARRAZA

Las novedades democráticas vía singularidades electorales de corte inéditas se siguen dando en Sudamérica y la tendencia es la misma, un socialismo reformado y adaptado a las circunstancias actuales, esto trae consigo benéficos y nocivos ejemplos. Ahora es el turno de una de las naciones más admirables del contexto latinoamericano en las últimas dos décadas, La república Chilena estuvo muy cerca de experimentar la primer reelección presidencial obtenida mediante comicios electorales en su historia y esto protagonizado por una mujer, Michelle Bachelet, quien tendrá que esperar hasta diciembre para confrontar a la historia.

Chile fue un país donde los procesos se han dado de manera más dramática que en el resto de sus congéneres latinos, al igual que en los demás, aquí también se vivió transición política hacia el socialismo, a diferencia que en otros fue de forma fracasada y sus opositores llevaron la disidencia a la más importante y deleznable dictadura latina del siglo pasado en el mundo. Desde la Unión Popular del presidente Allende y Frei hasta la fecha jamás se había dado algo semejante a lo que está por ocurrir en segunda vuelta de jornada electoral con la inminente reelección de un mandatario abiertamente socialista como Bachelet, algo que en la oscuridad de Pinochet por casi dos décadas era impensable, del radicalismo en el acontecer histórico se ha obtenido a partir del balance aprendizaje traducido en desarrollo político, deberíamos en este tema y muchos más asesorarnos de los chilenos.

Gran parte de los eventos que marcaron el rumbo en Chile fueron oteados por la candidata a reelección de la "Nueva mayoría", fue y hasta ahora es el prospecto idóneo de reforma en Chile desde el NO que derrocó también vía pacífica a Pinochet. Desde siempre estuvo inmersa en la vida política de su país y desde siempre perteneció a la estirpe que fracasó al pretender transformar al país en un referente incluyente y popular, hija de político militar torturado y asesinado por el dictador mostraba desde los albores de su involuntaria carrera política deseos de cambio y más aún la receta para lograrlo. Así, pertenecer a la magistratura pública era un destino manifiesto para Bachelet, el odio y rencor que dejó la dictadura también había definido su vida junto a la de millones de chilenos, de esa forma, por conducto de la vocación política y la tenacidad es que se encontró con el poder político y es así que se sigue reivindicando con mayores cambios la hazaña de las transiciones, desde el plebiscito que derrocó al general en 1990 hasta su primer presidencia y ahora en su reelección, todo dentro de una de las naciones más conservadoras y tradicionales de América durante todo el siglo anterior. Se antoja oportuno parafrasearla en sus declaraciones al tomar la banda en el Palacio de la Moneda en 2006: "La política entró a mi vida destrozando lo que más amaba. Porque fui víctima del odio, he consagrado mi vida a revertir su garra y convertirlo en comprensión, tolerancia y, por qué no decirlo, en amor".

La adaptación a las circunstancias y la aceptación de la alternancia o transición como resquicio en la búsqueda del bien común son las piedras angulares del éxito político en Chile desde la década antepasada. Oso tildarlo de "éxito" no sólo por la participación política del pasado domingo con un 61 % del electorado, sino en también por el resto de los ámbitos, por ejemplo, económicamente por medio del crecimiento. Según el Banco Mundial reportó un 6% de crecimiento del PIB en 2011 con una ligera desaceleración a 5.6% en el 2012 sólo por debajo de China por 2.1 %, y la inversión extranjera directa alcanzó 28.8 billones de dólares ese mismo año y ha continuado incrementándose en el primer trimestre del 2013, todo esto en plena gran depresión dentro de la eurozona.

Los resultados respaldan los aciertos y los datos evidencian lo que es diáfano, sea la derecha de Piñera (sucesor de Bachelet en su primer mandato), el socialismo de centro izquierda de Ricardo Lagos o el socialismo puro de Bachelet, cualquiera que sea la tendencia ideológica de los jefes de estados o los partidos políticos, los resultados que se han entregado son destacados en una nación de 1,6 millones de habitantes con moderados recursos naturales. Todo parece indicar que se emulará lo que ya se vivió en 2006 con un gran avance en el panorama político en Latinoamérica, en donde no importa el género, la idea, la procedencia, el color o las formas sino únicamente la pretensión progresista, la segunda vuelta que entregará la mayoría absoluta para ocupar la jefatura de estado está muy cerca y la oportunidad para que prestemos más atención a lo que es debido, también.

@alanbarrasa

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