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Baño de liquidez

Por Salvador Kalifa

El viernes 12 de abril Jim Cramer, comentarista del canal de negocios CNBC en Estados Unidos (EU) y protagonista del popular programa financiero "Mad Money", señaló que preveía un fortalecimiento importante del peso mexicano.

Su estimación es, sin duda, la más optimista que he visto u oído en fechas recientes. Él considera que nuestra moneda se encamina a una cotización de 10 pesos por dólar. Otros analistas, también optimistas en relación con el peso, no tienen previsiones tan osadas, pero algunos ubican la cotización de la divisa estadounidense entre 11 y 12 pesos para diciembre de este año.

Hay varias razones para la buena opinión que existe sobre el peso en los medios financieros internacionales, aun cuando en las últimas semanas se haya detenido su fortalecimiento frente al dólar.

El principal factor, desde mi punto de vista, es la decisión de los principales bancos centrales de los países desarrollados de inyectar liquidez a sus economías. Todo comenzó, como sabemos, con la Reserva Federal y sus tres programas de relajamiento cuantitativo, donde el más reciente conlleva la compra de bonos gubernamentales e hipotecarios por 85 mil millones de dólares mensuales.

El Banco de Inglaterra también está embarcado en un programa de relajamiento cuantitativo, pero el más notorio y reciente es el que decidió aplicar el Banco de Japón con el fin de deshacerse, de una vez por todas, del problema de la deflación en su país.

El Banco de Japón no está bromeando. Su nuevo gobernador, Haruhiko Kuroda, prometió el 4 de abril doblar la base monetaria de Japón, así como su tenencia de bonos gubernamentales, con el fin de alcanzar una tasa de inflación de 2 por ciento en dos años.

La emisión agresiva de dinero (dólares, libras y yenes) hace que los inversionistas de los países desarrollados, particularmente los estadounidenses y japoneses, busquen alternativas de inversión atractivas fuera de sus economías.

Una de esas alternativas es nuestro país, que ofrece rendimientos más elevados que los encontrados en EU, Japón o Europa. Ello explica por qué la entrada de divisas ha sido espectacular en años recientes y promete seguirlo siendo por la aparición en escena de los inversionistas japoneses.

Otra razón para el entusiasmo por el peso, en un entorno económico mundial adverso, es la buena opinión de propios y extraños sobre el manejo macroeconómico prudente de nuestra economía, lo que llevó a la agencia calificadora Fitch a aumentar nuestra calidad crediticia la semana pasada.

Eso se complementa con el anuncio y la expectativa de que pronto se discutirán y aprobarán reformas estructurales importantes que mejorarían la trayectoria de crecimiento del país.

En dicho contexto, no sería una sorpresa ver que en unas semanas la cotización del dólar disminuya y se sostenga por varios meses abajo de 12 pesos. La aprobación de reformas agresivas, en especial, en el terreno energético, se podría traducir en una avalancha de inversión extranjera que llevaría la divisa estadounidense hasta por debajo de 11 pesos en 2014.

Claro, todo tiene que salir bien y en la forma que esperan los inversionistas para que exista ese alud de divisas. En lo personal soy muy escéptico en cuanto al alcance de la reforma energética y el atractivo que pueda representar para el capital externo, pero los cambios en el terreno de las telecomunicaciones serán un estímulo al flujo de capital a nuestro país.

El panorama para el peso será más claro antes de que termine el año, cuando sabremos el alcance de las reformas. Mientras tanto, lo cierto es que todo apunta (salvo una debacle en Europa) a que el fortalecimiento del peso continuará en los meses siguientes (quizá con pausas como la de los últimos días) y pudiera convertirse en una pesadilla para las empresas exportadoras y las que compiten con las importaciones.

Los que desean un peso más débil apelan a nuestras autoridades, en particular al Banco de México. Este, sin embargo, poco puede hacer al respecto.

Por un lado, pudiera aplicar un programa de compra de divisas si el precio del dólar baja de 12 pesos y, por el otro, hasta podría reducir otra vez la tasa de interés de referencia (si la inflación no sigue alta), pero ambas medidas serían insuficientes para contener lo que en otra ocasión denominé el tsunami de liquidez mundial.

El consuelo para los exportadores es que la historia será diferente en unos años, cuando los países desarrollados comiencen a retirar la liquidez y subir las tasas de interés, pero mientras eso sucede todo indica que tendrán que ser muy ingeniosos para lidiar exitosamente con un peso relativamente fuerte.

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