Los últimos dos juegos, no ligueros, del FC Barcelona nos han dejado entrever que si bien, el mejor equipo del mundo según la Federación Internacional de Historia y Estadística de la FIFA, juega como y con jugadores de otro planeta, sigue jugando al futbol en nuestra orbe, situación que hace que cualquier resultado pueda ser posible.
La pasada semana, el AC Milán puso en "jaque" al líder de la liga española dentro del juego de ida por octavos de final de la UEFA Champions League al derrotarlo 2 goles por cero en el Giuseppe Meazza. En ese encuentro, el Barcelona se mostró dominador del balón, reteniéndolo en más del 70% del tiempo, sin embargo, sabemos que en este deporte la clave es la contundencia, y ésta, jugó del lado de los "Rossoneri".
Me es difícil apostar que el árbitro haya jugado un papel trascendental para ese resultado, puesto que aun quiero creer en la veracidad y Fair Play (juego limpio) que tanto pregonan en la FIFA, sin embargo, no puedo dejar de pensar en que el primer gol de los italianos llegó precedido de una mano flagrante por parte de los mismos, infracción que no fue sancionada.
Ahora bien, no podemos culpar de una derrota a un error arbitral, y menos tratándose de un equipo como éste, por lo que el mismo Piqué señaló que "siendo el Barcelona quienes son, deben remontar en casa", situación por la cual muchos suponemos que el equipo barcelonista cambiará de manera radical su estado de ánimo y se sobrepondrá a esa derrota.
En ese encuentro no encontramos la contundencia de Messi, ni los toques acertados de Xavi, ni mucho menos la magia de Iniesta, y ligado a esto, en el juego de estrategias desde la banca, Jordi Roura no supo cómo plantar a su equipo, y lo que fue peor aún, no supo hacer los cambios acertados en tiempo y forma.
Después de la clara derrota en la Champions, muchos suponíamos que en el partido por la Copa del Rey contra su acérrimo rival, el Real Madrid, el Barcelona sacaría la casta, y nos demostraría por qué es considerado el mejor equipo, sin embargo, las cosas no fueron muy diferentes.
El pasado martes, en el duelo de vuelta por las semifinales de la Copa del Rey, el Barcelona, como viene sucediendo por más de cuatro años, fue amplio dueño y dominador del balón, sin embargo, su defensa lució lenta y titubeante ante los veloces embates de contragolpe de Di Maria, Ozil y Cristiano Ronaldo.
Cristiano, como siempre que juega contra el Barça, jugó crecido; Ozil lució letal; Di María se vio como hace muchos partidos no lo hacía, y Ramos… Ramos simplemente le dijo a Del Bosque: "acaso ¿no estoy yo aquí, que soy merengue?", luciendo mucho mejor que su rival de equipo y compañero de selección, Gerard Piqué.
Posterior a la derrota contra los "merengues", Sandro Rosell no puede decir que "la Copa del Rey es un torneo de menor importancia para el equipo". Por si no lo has notado, "presi", el martes no perdiste la posibilidad de ganar la Copa, el martes perdiste contra el Real Madrid, contra un rival con el cual, desde que firmas tu contrato y los socios te eligen como presidente, se te tiene prohibido perder.
Hoy el equipo culé es más terrestre que nunca en los cuatro años anteriores. Si bien controla el balón como nos ha tenido acostumbrados, Messi no define, Xavi no reparte, Iniesta no se le esconde a los rivales, Busquets no detiene, Piqué y Puyol no son los "impasables", y la banca, la banca no es la misma sin Tito, y mucho menos, sin Pep.
El Barcelona hoy está en crisis, una crisis post Pep, una crisis en la que a los que nos gusta este deporte no lo quisiéramos ver envuelto.
Como un aficionado más al buen futbol y a este enorme club, y con mucho sentimiento de volver a ver al equipo que me enamoró, futbolísticamente hablando, hoy les recordaría a Messi, Xavi, Puyol, Piqué, Valdés, Abidal, Fábregas, Iniesta, Busquets, Pedro, Tello, Roura, Vilanova, Rosell, Zubizarreta y a todos quienes apoyamos al Barcelona, lo que clama el maravilloso himno blaugrana:
"Jugadores, aficionados, todos unidos hacemos fuerza, son muchos años llenos de sacrificio, son muchos los goles que hemos gritado, y se ha demostrado, que nunca nadie nos podrá doblegar. Azulgrana al viento, un grito valiente, tenemos un nombre, lo sabe todo el mundo: Barça!, Barça!, Baaaarça!".
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