Miguel Ojeda, manager de los Diablos Rojos del México. (Jam Media)
Como en laboratorio, Miguel Ojeda, manager de los Diablos Rojos del México experimenta para encontrar la fórmula que le devuelva la solidez al cuerpo de relevistas de la novena capitalina, que continúa dejando victorias en el camino.
El piloto escarlata ha realizado algunos movimientos durante la estancia del equipo en Tijuana, que por ahora no lo han llevado a encontrar el éxito, a pesar de que el estadio Gasmart, en el que se actúan como locales, se presta para bajar la efectividad de los serpentineros por ser una plaza a nivel del mar.
Uno de los cambios más perceptibles en lo que va de la temporada es el vaivén que ha tenido Marco Quevedo, que ha alternado entre los pitchers abridores y los del bullpen. Quevedo, quien tuvo dos aperturas en el calendario, con una victoria y una derrota contra Reynosa y Yucatán, respectivamente, entró en la sexta entrada del primer juego ante los Piratas de Campeche. Con ventaja de dos carreras, fue sacudido con cuatro carreras en un episodio de labor, dejando su efectividad en un 12.41, reflejo del mal paso de los Diablos Rojos cuando se habla de relevo.
"Marco había estado muy bien, el hecho de ponerlo en el relevo no fue porque lo estuviera haciendo mal, pensábamos que ahí nos haría falta... desafortunadamente no pasaron las cosas como queríamos, no podemos juzgar todavía, es un buen pitcher y debemos confiar en él", dijo Ojeda al término del choque con los Piratas.
Ante la falta de brazos zurdos y con un lugar disponible en el roster, optó por llamar a Efrén Delgado.
Sobre la posibilidad de ver pitchar a Esteban Loaiza en Tijuana, el manager sostuvo que por ahora no está listo.
