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Bebé gordito ¿y saludable?

La obesidad infantil es una enfermedad que nos incluye a todos.

Bebé gordito ¿y saludable?

Bebé gordito ¿y saludable?

Por: Cristina García

Los abultados cachetes y la figura regordeta de tu bebé causan ternura, sin embargo, detalles tan inocentes pueden ser indicadores de obesidad infantil. Está de más añadir que la obesidad infantil se detecta por exceso de grasa corporal; la problemática es notoria a simple vista, más no siempre se toma en cuenta como una anormalidad.

En entrevista con la doctora María de Lourdes Carrillo Ponce, Pediatra en la Clínica de Obesidad Infantil de la Clínica 16 del Seguro Social comenta la importancia de hacer énfasis en tomar a la obesidad infantil como una enfermedad que afecta física y psicológicamente.

Conoce las causas

Las causas generales de obesidad infantil son exceso de alimento o de mala calidad, poca actividad física o sedentarismo y herencia genética, dejando a este factor con el último grado de importancia.

“Sólo el 5% de la obesidad infantil se debe a causas endógenas o dentro del organismo como alteraciones endocrinológicas o algún factor como una malformación congénita. La herencia es muy importante, hay personas que tienen un gen o genes que se predisponen para la obesidad, esos genes muchas veces se encuentran dormidos o inactivos, sin embargo, al estar en un ambiente donde se propicia la alimentación inadecuada o el poco ejercicio, se genera una estimulación para que el gen despierte”, señaló la doctora Carrillo.

Más vale prevenir…

La Clínica de Obesidad Infantil tiene como objetivo hacer hincapié en la prevención de este problema para saber como actuar a futuro. “Es muy importante empezar a cuidar la alimentación del niño desde pequeño. Lo primero que se recomienda es el seno materno ya que ayuda disminuir el riesgo de obesidad. Al llegar los seis meses de edad inicia la etapa de alimentación complementaria con las papillas, en esta etapa surge el gusto por los alimentos y es cuando más se puede influir en la alimentación”.

La verdura debe de ser ingerida desde los seis meses para crear una identificación de los alimentos, las texturas y sabores. Además las verduras cuentan con elementos que favorecen la prevención de la obesidad como fibra, vitaminas y minerales que otros alimentos no proporcionan.

A partir del año en adelante los hábitos del niño serán diferentes. “En esa etapa se recomienda que sus carbohidratos sean a base de frutas y verduras, que sus proteínas sean de buena calidad y sus carnes sean preferentemente blancas por el contenido de grasas que contienen. Las grasas no deben de eliminarse por completo; el niño necesita grasas adecuadas como el omega 3 que aporta una mejora en el desarrollo del niño y reduce los problemas de obesidad infantil”, explicó la doctora.

Para prevenir es necesario que se realicen chequeos de rutina con su médico para identificar anomalías en el crecimiento y desarrollo del niño y poder diagnosticar la obesidad infantil a tiempo o evitarla.

¡A moverse!

La actividad física es fundamental para prevenir y combatir la obesidad infantil. Ayuda al control de la masa muscular y a disminuir los niveles de insulina que provocan obesidad. “Hacer ejercicio ayuda a quemar calorías, sensibilizar al niño e incluso a aumentar el autoestima. Dentro de la actividad física la más recomendable es la aeróbica y se puede realizar desde cualquier edad. Hay que destacar que la actividad física en los niños es innata, los niños tienden a moverse, somos los adultos quienes los empezamos a frenar, preferimos dejarlos viendo televisión y generalmente utilizamos frases como 'siéntate' o 'ya no andes corriendo' que programan a al niño al sedentarismo”.

Un daño silencioso

El problema de la comida chatarra es que el daño que ocasiona no se siente. Al ser paulatino va generando una inflamación interna de la que pocas veces nos damos cuenta. “Si nos doliera probablemente reduciríamos el consumo. Al estar tan acostumbrados a las frituras, refrescos y jugos no nos damos cuenta del daño que nos hace hasta que después se manifiesta con enfermedades crónicas como obesidad, diabetes, hígado graso e hipertensión arterial enfermedades de un adulto que ahora se presentan en niños de seis años”.

“En este problema la familia tiene un papel preponderante, como papás debemos dar ejemplo a nuestros hijos en los hábitos que se realizan en casa. Es muy difícil que el niño vaya a tener activación física mientras los papás ven televisión o que el niño tenga un régimen de alimentación distinto al de la familia. La obesidad infantil es un problema social que nos incluye a todos”, añade la pediatra.

No es sólo un problema físico

Se ha dicho que “un niño gordito es un niño feliz”, realmente poco tiene de cierto esta frase; la obesidad infantil además de tener consecuencias físicas también afecta la parte emocional del niño causando trastornos psicológicos y emocionales.

La psicóloga Stephanie Macías señala que se le ha dado un significado emocional a la comida; al aumentar el estrés o la tensión se incrementan los niveles de ansiedad y la respuesta automática es la ingesta de alimentos. “La obesidad infantil genera baja autoestima, inseguridad, dificultad para relacionarse y menor rendimiento escolar, obteniendo una menor calidad de vida en comparación a los niños sanos”.

A pesar de que es una enfermedad que afecta principalmente a quien la posee, el tratamiento psicológico incluye a toda la familia. “El niño aún depende de sus padres, se debe de concientizar a la familia en general para poder atacar el problema”.

Frases como: “No te levantas de la mesa hasta que acabes” o “tienes que dejar el plato limpio” impactan en el niño cegando su saciedad y autocontrol, haciéndolo que coma de más. “Al no tener autocontrol se conduce a la obesidad infantil. Un niño con obesidad infantil tiene el 80% de probabilidad de ser adolescente y adulto obeso”, señala la psicóloga.

Empieza hoy

Pero como padres ¿qué podemos hacer para combatir la obesidad infantil?, a continuación te presentamos cinco sencillas recomendaciones que puedes empezar a aplicar desde hoy.

1. Reduce el tiempo frente a la televisión y aumenta las actividades físicas. Actualmente los niños pasan más de seis horas frente a la televisión ocasionando nula o poca activación física, deseo de comer frente a pantalla y una gran exposición a mensajes que fomentan la ingesta de chatarra. Puedes proponer un horario que acorte la exposición permitiéndole ver sólo su programa favorito y después salir a hacer una actividad al aire libre, puede ir desde algún deporte, actividad cultural o simplemente salir a caminar por lo menos 30 minutos diarios. Otra buena opción son los juegos interactivos que fomentan el movimiento corporal que también pueden hacerse desde casa.

2. No premies con golosinas o comida chatarra los pequeños logros. Si después de haber hecho ejercicio o haber comido saludable lo premias con chocolates, refresco o papitas de nada habrá servido la actividad anterior. Muchos padres consideran necesario un incentivo para que el niño se vea motivado a realizar las actividades físicas o la ingesta saludable, sin embargo, deben de ayudar a concientizar al niño de los beneficios del nuevo cambio sin la necesidad de recurrir a los “antojitos” como premio.

3. No fuerces al niño a comer de más. En ocasiones los mismos padres son quienes generan un niño obeso al obligarle a comer más de lo que su sentido de saciedad ha indicado. Esto provocará un efecto negativo en el niño hacía la comida, haciendo que pierda el gusto por los alimentos, tomándolo como una obligación y cegando al sentido de saciedad por lo que comerá inconscientemente de más.

4. Ejemplifica para que tu hijo te imite. Desde pequeños, los hijos tienden a la imitación de los padres desde cosas sencillas como gestos y gustos hasta aspectos importantes como los hábitos. Será muy difícil para el niño entender que el deberá comer diferente si toda la familia sigue comiendo de la misma manera o que sólo a él sea a quien se le quite el refresco. De igual manera pasa con la actividad física por lo que es necesario que se haga en conjunto con la familia o por lo menos con un integrante. Estos cambios ayudarán no sólo al niño afectado de obesidad infantil sino a toda la familia.

5. Involucra al niño en la elección y preparación de las comidas. No se puede hacer un cambio radical en los alimentos pero sí se puede hacer de manera gradual. Al estar acostumbrados a la comida tradicional o a comer con refrescos y en la tarde ver la televisión con unas papitas el cambio puede resultar muy agresivo. Al involucrar al niño con la selección de alimentos hará que él se sienta interesado y menos renuente al cambio. Puedes cambiar el snack de papitas por fruta y dársela de manera atractiva, el refresco por agua de frutas e ir cambiando gradualmente las carnes rojas por las blancas.

La obesidad infantil es una enfermedad mutlifactorial, sin embargo, los padres son los principales responsables sobre los hábitos que desencadenan dicha enfermedad por lo que es importante que se involucren en el tratamiento de este problema.

Recordemos que al no tratar la obesidad infantil se genera un círculo vicioso entre la depresión y la ingesta. “Como porque estoy deprimido, estoy deprimido porque como mucho” y eso a la larga generará adultos con problemas de salud física y emocional.

¿Y tú ya estás haciendo algo para combatir la obesidad en tus hijos?

De acuerdo a una encuesta realizada por Gabinete de Comunicación Estratégica y presentada este mes el 61 por ciento de los consultados atribuye a la familia como la responsable del aumento de peso en los niños, 17% a las marcas comerciales, 4% responsabilizan al Gobierno, 3% a los medios de comunicación, 2% a los restaurantes de comida rápida y 1% a las escuelas.

México gasta siete por ciento del presupuesto destinado a salud para atender la obesidad, solo debajo de Estados Unidos que invierte el nueve por ciento.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que de los mil 200 millones de personas que sufren problemas de obesidad, 70 millones son mexicanos.

Fuente: http://www.guiaobesidad.com, Notimex

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