Para Ilse Pop, en memoria.
Es la mañana de un sábado de febrero que parece de verano. Hay unas 150 personas con sus bicicletas congregadas en la renovada Plaza de la República, en el centro de la Ciudad de México. La cita es para pedalear desde ahí hasta la Avenida Aztecas, a unos 25 kilómetros de distancia al sur, justo al punto donde murió atropellada por un microbús la ciclista urbana Ilse Mariel Alonso Leal, quien tenía apenas 20 años.
Al centro de la plaza hay un hombre con una foto a color de Ilse tamaño cartulina, unas flores y una bici blanca que será colocada en el cruce donde murió la joven. El hombre que encabezará la rodada dice que la bici blanca es un recordatorio para los automovilistas, para los microbuseros y para todo el mundo de que ahí una joven "fue asesinada" por el chofer de un microbús que se pasó un semáforo".
A las 10:05 empiezan a sonar las chicharras. Un hombre con un altavoz empieza un conteo regresivo y el contingente de ciclistas comienza a pedalear. Son unos 200 aproximadamente, casi todos jóvenes que parecen menores de 30 años, pero hay también un grupo nutrido de personas de mucha más edad. Una chica con ombliguera en una bici que parece antigua va platicando mientras pedalea y menciona "es que nadie respeta el reglamento". Más adelante, un joven lleva unas bocinas colgadas a los lados y suena música ochentera, de esos one hit wonders. A lo largo de todo el recorrido el contingente es acompañado por patrullas que abren el paso y cortan el camino para los ciclistas a través del asfalto. En ocasiones el grupo se pasa los semáforos ante la molestia de los automovilistas, tan acostumbrados a que la calle esté planeada para coches y no para peatones, ni para ciclistas.
"¡Calavera!", gritan algunos de los que van más adelante, alertando a los que vienen atrás porque hay alguna coladera en el camino. ¡"Hoyo"! gritan para avisar de un bache. Hay tantos que de pronto los gritos se vuelven un poco molestos, pero necesarios.
Unos 50 minutos después, el contingente llega al cruce de Avenida Aztecas, donde murió Ilse. El sol está implacable. Al llegar se escuchan aplausos. En el lugar hay ya unas 150 personas más, ciclistas e integrantes de un movimiento por la defensa del peatón. Entre la concentración también están algunos primos y familiares de Ilse, quienes colocan una cruz de flores y unas veladoras en el pavimento. En el centro hay una mujer llorando desconsoladamente. Minutos más tarde van tomando la palabra los organizadores. Una persona se presenta como @NorthBoundNomad y por el altavoz menciona parte del problema: "tengo licencia de manejo permanente desde los 18 años y ¡no sé manejar! En el DF no hay exámenes de manejo para automovilistas y menos para conductores de transporte público", denuncia. Otro chico más agresivo toma el altavoz y habla sobre una ciudad que vive una "guerra violenta", la de los "autos como máquinas de muerte" contra peatones y ciclistas. Parece un juego suma cero. Minutos más tarde, el padre de Ilse toma la palabra, con la voz entrecortada exige justicia por el asesinato de su hija. Todos aplauden y corean "¡Respeto al pueblo bicicletero!", mientras queda la bici blanca de Ilse colgada en un poste. Es ya la décima en la ciudad. A escasos metros hay una de esas cámaras de video que cual Big Brother seguramente registró todo el acto en el que murió Ilse.
El evento termina casi dos horas y media después de la salida de Plaza de la República. Los grupos se dispersan. Ya no hay seguridad de la Policía, y no todo mundo va al mismo lugar. Algunos preguntan ¿para dónde van? Y se forman grupos.
En el camino de regreso al poniente defeño atravieso el barrio de Coyoacán con algunas calles empedradas y con símbolos en algunos carriles que piden prioridad para la bicicleta. Después por División del Norte noto que ya está pintada una ciclovía, pero no avanza. Los comerciantes de la industria de la construcción no la quieren. Por el contrario, usan una vía primaria para estacionarse cuando no está permitido. El delegado nuevo no dice nada y la autoridad del DF tampoco. A lo largo de todo el trayecto hay gente que se transporta en bici a algún lado.
Ese sábado, la cuenta de Twitter de Miguel Ángel Mancera manda unos mensajes en los que anuncia un curso de "ciclismo urbano" para operadores de transporte público. No creo que será suficiente, pero es un buen anuncio. Creo que falta una campaña masiva de cultura vial, un cambio radical en el trámite para las licencias de manejo y en el proceso de contratación de choferes de transporte público. Hace falta que se respete el reglamento de tránsito, que se apliquen sanciones severas a los malos conductores, como se hace en otros lados, y mucha más infraestructura para ciclistas.
Hace falta empatía. Siempre hace falta empatía. Porque en Guadalajara ya van 105 muertes de ciclistas desde 2009, porque la próxima bici blanca podría ser la de mi amiga Paw, o la de mi amigo Antonio, o la de David, Mario, Pablo, Sara, Virgilio, Joaquín, Jesús, Xavier, Iván, Sofía, la "Princesa Bathory" o Ricardo. Porque la próxima bici blanca podría ser la mía. Porque la próxima bici blanca podría ser la tuya…
Ciclista urbano
Twitter @genarolozano