Iberoamericana. El presidente Enrique Peña Nieto participó en la foto oficial de la XXIII Cumbre Iberoamericana de Panamá.
El Presidente Enrique Peña Nieto regresó a México con el reto de revitalizar, en un año, la Cumbre Iberoamericana, la cual está en crisis.
El Ejecutivo federal asumió ayer la presidencia de la secretaría pro témpore de ese mecanismo que agrupa a países de habla hispana y portuguesa.
Sin embargo, lo hace en medio del desinterés de los Jefes de Estado que lo conforman, y muestra de ello es que al cónclave en la ciudad panameña sólo asistieron 11 de los 22 Mandatarios.
Incluso, el Rey Juan Carlos, que no había faltado nunca, estuvo ausente por cuestiones de salud.
"Cumplidas más de dos décadas de vida (de la Conferencia), este mecanismo de diálogo, creemos todos, está llamado a renovarse para que pueda responder a los desafíos de nuestro tiempo", destacó Peña en la sesión.
"Se debe transformar esta Cumbre para posicionarse como un mecanismo moderno, de integración regional y de vinculación global. Éstos, sin duda, son tiempos de cambio, de nuevos equilibrios en la geopolítica internacional", advirtió.
A finales del próximo año, el encuentro se realizará en México, en el estado de Veracruz, y para empezar a aterrizar la transformación, Peña pidió tener comunicación permanente con él para articular las propuestas para revitalizar este instrumento.
Los 11 Presidentes que participaron en la sesión plenaria reconocieron que la Cumbre, que en años anteriores se caracterizaba por la unidad, interés y dinamismo de sus miembros, debe reformarse al interior.
"Si reflexionamos sobre el futuro de la Cumbre, concluiremos que los países podrán encontrar en la comunidad iberoamericana una herramienta útil para desarrollarse y fortalecerse en el siglo 21, por esa razón se requiere una reforma política e institucional del sistema", afirmó el Presidente de Panamá, Ricardo Martinelli.