Cada cual sus miedos

Después de todo, la cordura es sólo cuestión de consenso.

La autora

Cada cual enfrenta como puede el insondable misterio de su alma y de su cuerpo. Cada uno elige los dioses a los que se encomienda para mantener los miedos bajo control. La forma que elegimos para enfrentar nuestros misterios es lo que nos hace especiales, irrepetibles, diferentes. Antes, la moral y las costumbres estaban circunscritas a la ética y a la religión. Hoy, los medios son los que imponen las tendencias. Alfombras rojas, glamour, grandes marcas, diseñadores, supermodelos, deportistas, estrellas de cine y televisión: los enormes pechos de Salma Hayek, los tatuajes de David Beckham, la melena al desgaire de Jennifer Aniston, el prodigioso movimiento de caderas de Shakira, los labios gordos de Angelina Jolie o los matrimonios desechables de Jennifer López, son modelos a seguir.

No hay quien se resista a la mezclilla ni a caminar como gallina espinada sobre los tacones de vértigo que nos impone la moda, porque la penetración cultural y moral que nos imponen los medios tienden a uniformarnos. Imitamos hasta donde es posible los modelos con que los medios nos bombardean, y para que no resulte incosteable, recurrimos a la piratería.

Soy amargosa, envidiosa y cretina (ya lo sé), y si bien caigo fácilmente en las frivolidades de la moda, antes que admirarlas, me escandalizan los personajes que no sienten vergüenza de confesar ante cámaras y micrófonos que «les gusta hacer el bien». ¡Qué tontería!, ni modo que digan que les gusta hacer el mal. Desconfío de quienes adoptan un niño africano y lo publicitan porque pues..., si ya tengo de todo, ¿por qué no comprarme también un niño?

Mi fe en la humanidad se sostiene en los ejércitos de personas anónimas que trabajan por mejorar la vida de los sectores más vulnerables. Admiro a quienes se comprometen seriamente en la lucha contra el SIDA, el cáncer de mama, o contra cualquiera de las plagas que azotan a la humanidad; pero me enfurecen quienes aprovechan el altruismo para hacerse publicidad. Fotografiarse para las revistas del corazón entre los refugiados famélicos de un campamento, viste tanto como las codiciadas bolsas de Chanel o las joyas de Chopard.

Habiendo aceptado que soy una persona insensible y mala, llego al fin al punto que quiero tratar; la publicidad positiva y elogiosa que se ha dado a la doble mastectomía a la que se sometió preventivamente Angelina Jolie, me parece un horror. No por el hecho mismo de la mutilación voluntaria, motivada por el 87% de posibilidades de contraer cáncer de mama, que supuestamente la amenaza por sus antecedentes familiares, porque como dije al principio de esta nota, cada quien exorciza sus miedos como mejor le parece. Lo horroroso consiste en el hecho de publicitarlo a los cuatro vientos y en los elogiosos comentarios que suscitó. Considerando que no hay necedad que no prospere, me pregunto cuántas jóvenes seguirán el ejemplo de Santa Angelina Jolie. Cuántas que hayan sido motivadas por la heroica mutilación voluntaria de su ‘héroa’ (sic) estarán pensando en seguir su ejemplo; y ya puestas a exorcizar el fantasma de la enfermedad, ¿por qué no sacarse también el hígado y el páncreas, que son órganos tan cancerígenos? ¿Por qué no adelantarse y extirpar también las anginas o el apéndice, que según dicen sólo sirve para dar molestias y, en caso de mala suerte, hasta podría derivar en una mortal peritonitis? ¿Y por qué no extirparse los testículos, tan proclives al cáncer, cuando ya se han procreado los hijos que se desean, o las muelas antes de que duelan?

Pero vamos a ver, ¿quién nos asegura que ya libres de toda amenaza cancerígena no vaya a atropellarnos el camión de la basura? Indudablemente, vivir es sumamente perjudicial para la salud; pero yo, por mi parte acepto el reto. ¿Y usted?

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