El cura argentino Julio César Grassi fue detenido ayer para que cumpla una condena a 15 años de prisión, que le fue impuesta en 2009 por abuso sexual contra dos menores, y que había evitado gracias a una serie de argucias legales. En una jornada marcada por la tensión, el tribunal revocó la libertad vigilada de la que gozaba el sacerdote mientras apelaba una y otra vez las sentencias que se acumularon en su contra. Poco antes del fallo, Grassi reiteró su inocencia y denunció que "grupos poderosos" le armaron una causa mediática con acusaciones y pruebas falsas. "Mi vida es trabajar por los niños más necesitados, no tengo rasgos de pedófilo, lo señalaron los peritos", afirmó el obispo, quien se hizo famoso en Argentina en la década de 1990 al relacionarse con algunas de las figuras mediáticas importantes.