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FEDERICO REYES HEROLES

Violencia.- Dos muertos, candidatos baleados, amedrentamientos. Gobernadores que solicitan vigilancia de las Fuerzas Armadas, 25 mil elementos entre policías y fuerzas federales. Las elecciones son, en teoría, una fiesta de las libertades. Si el ambiente está viciado, algo está podrido. Cansancio.- México está asfixiado de elecciones. La falta de coordinación entre el orden municipal, el local -diputados locales y gobernadores- y el federal genera un encadenamiento pernicioso de tensión política. Las elecciones con frecuencia polarizan, ello tiene costos graves. Los que están dentro del poder exageran sus logros, los de afuera los fracasos. Resultado: la opinión pública termina confundida.

Tiempos.- A siete meses del inicio del nuevo gobierno federal casi la mitad de las entidades va a elecciones. El Pacto por México, como gran acuerdo nacional de lo urgente y lo importante, es puesto como moneda de cambio. El desorden electoral perjudica ese tipo de acuerdos. Parálisis.- Son tantos los procesos electorales que siempre hay una "condición suspensiva" para los acuerdos políticos. Voy contigo a esta reforma o nueva legislación, local o federal, siempre y cuando en las próximas elecciones todo (me) salga bien. Entiéndase: el que condiciona debe ganar. Resultado, una parálisis de la acción gubernativa a lo largo y ancho del territorio y en los tres órdenes de gobierno. Súmese a eso la enorme subjetividad al juzgar los procesos y una frágil cultura de la derrota.

Federalismo.- De regreso al siglo XIX. ¿De verdad ha funcionado el sistema electoral federalizado? Con 33 órganos encargados y normas diferenciadas y alrededor de 25 mil empleados, es difícil garantizar una calidad electoral homogénea. Hay institutos independientes que son garantía de transparencia y equidad, otros famosos por su capacidad de plegarse a los gobernadores. ¿Se necesita un Instituto Nacional o, como sugiere el consejero presidente del IFE, habría que comenzar por una ley nacional? Las elecciones son materia básicamente procedimental, de cómo se hacen las cosas. La esencia es la misma: garantizar la libre selección de los representantes populares. A diferencia del derecho penal en el cual hay asuntos de fondo, aborto por ejemplo, que provocan inclinaciones diferentes en las entidades, en el derecho electoral el proceso es el quid.

Denuncia sistemática.- ¿Hay duda de por qué en la evaluación popular la política está en el sótano? Es el resultado de un trabajo sistemático de diatriba y descrédito cruzados. El partido A dice que B es un ratero, un fraudulento, un chueco y B dice lo mismo de A. Conclusión: todos son iguales. Unos y otros se encargan de enlodar su oficio, la política. Por eso el quehacer está tan desacreditado, por eso los jóvenes huyen del servicio público. Participación.- Una vez enlodado el quehacer por tirios y troyanos -financiados con dineros públicos- viene el asombro: pero cómo, ¿sólo participó 40% del electorado? Pues qué querían, un amplio aval al lodo.

Arribismo.- Unos reclaman a los otros que sólo les interesa el acceso al poder, pero basta con analizar la historia de las alianzas para caer en un pantano de confusión. Primer acto, el partido X dice que el partido Y es una porquería, una mafia de lo peor. Como reacción Y responde con lo mismo de su contraparte. Segundo acto, salen de la mano con anillo de compromiso para el próximo proceso electoral. El regreso al esquema de las ideologías como referentes predominantes, derecha o izquierda para poner los más comunes, no es deseable por el envenenamiento que trae. Pero de allí a la ausencia de principios, al cinismo, hay un enorme trecho.

Degradación del lenguaje.- "Estos batos" para referirse a los opositores, "mañosos" y demás pronunciamientos de descalificación en boca del líder de un partido nacional -el PAN- que ha ganado la presidencia de la república en dos ocasiones, lo único que demuestra es la incapacidad para valorar las palabras y su peso en la vida ciudadana y política.

Chantaje y miopía.- Si cada año hay elecciones en los distintos órdenes de gobierno y las elecciones son causa de chantaje para acciones de gobierno, el resultado es gobiernos apergollados, sin capacidad de planeación de largo plazo, un país maniatado por el desorden electoral y la incapacidad de propiciar una clase política respetable. En esto la no reelección de presidentes municipales, diputados y senadores es el condimento ideal para agravar la miopía de gobierno.

Pérdida de prioridades.- Que las elecciones sean la causa de la parálisis gubernamental tiene un costo humano enorme. Pensemos en la campaña contra el hambre que ha tenido que ser contenida por la sospecha del uso con favoritismo de los programas sociales. Los "blindajes" son la evasión del asunto de fondo: la institucionalización de los programas sociales que no debe interrumpirse. El hambre va primero. El problema ya no es de números sino de calidad.

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