Las ciencias trabajan interdisciplinariamente como una manera práctica de labor conjunta. Sin embargo todos los campos de investigación, desarrollo y creatividad tienen un punto en común: el ser humano. Porque ¿quién puede pensar en las ciencias como conceptos que surcan los cielos sin tocar una mente humana? Este punto de comparación hace que ideas que parecen de áreas muy diferentes converjan sobre un mismo enfoque a razón de ser concebidas por personas.
El arte abarca áreas grandes y complejas, no podemos ver el arte arquitectónico sin la construcción o la pintura sin el taller o el lienzo. Estos nexos que se forman tanto entre la técnica como en la teoría son semejantes a los que se establecen entre la psicología y el arte. La primera, usualmente enfocada en los procesos de percepción, desarrollo y funciones mentales, que brindan al ser humano una herramienta para tener una apreciación de un objeto. El arte ofrece un variado número de estímulos que implican un significado y un proceso creativo, el cual hace eco en la producción final. Al combinar estas dos ramas surgen formas diferentes de percibir no sólo la pieza artística, sino también de internarnos en lo que el autor dejó de sí en su producción, además de darnos un marco referencial importante sobre la vida en sociedad de la época y por tanto la forma en que pensaban (y después actuaban) los contemporáneos del artista.
Estos temas han sido tocados desde tiempo atrás, Goethe con sus postulados del color sugirió una influencia del color sobre las personas, John Locke abordó el tema desde las sensaciones como fuentes del placer y dolor, Freud y Jung encontraron el simbolismo en las producciones, Vigotsky enmarca un desarrollo normal artístico y existen más autores que hablan de ellos desde varios enfoques: significación, aprendizaje, evolución o el dinamismo psíquico. Diferentes vistas de un fenómeno que ha acompañado a la especie humana desde sus albores.
Desde el encuadre de la psicología el arte abarca una amplia gama de aspectos como la percepción, la forma en que observamos el arte es diferente en cada persona pese a que utilizamos los mismos sentidos (vista/ tacto/ oído), la atención se centra en puntos diferentes, le adjudicamos características emotivas diferentes. Lo que hace de este fenómeno rico en aspectos de apreciación. A su vez, autores como Parsons han expuesto sobre una línea de desarrollo de la experiencia artística que supone una apreciación del objeto desde la infancia. Tanto la evolución de la especie humana como la evolución individual están permeadas por aspectos creativos y ese punto en específico da sentido a muchas de las investigaciones que se han hecho a lo largo de los años sobre el tema.
En la historia del arte también se muestra esta tendencia del cambio y pone en claro las expectativas del autor sobre sus obras. Monet el conocido impresionista pretendía que al pintar se quedara plasmado en su lienzo el momento fugaz que juega con la luz. Kandinsky del movimiento expresionista trató con sus abstracciones expresar una idea o una emoción, hace la pintura más psicológica ya que invita al espectador a descubrir su persona (la del pintor) por medio de su obra.
La profundidad del tema, el porqué de nuestras elecciones en gustos estéticos, desde la elección de un color de una habitación hasta los complejos análisis de obras maestras están empapados de la experiencia personal, la cual es enriquecedora y creativa. No basta decir es feo o es bonito, porque la belleza la fealdad son conceptos tan subjetivos que es complicado ponerse de acuerdo donde están sus límites. Es más bien la forma en que cada quien asimila la belleza en sí mismo para después encontrarla en un objeto que puede ser una pintura, una escultura o una casa y sobre todo poder disfrutar de ello.