La cobertura en todos los medios de comunicación que se ha realizado sobre la relación bilateral a lo largo de varias décadas, en los últimos tiempos desde los albores del TLCAN hasta la llamada guerra contra las drogas en la actualidad, siempre ha sido controversial y demuestra que las decisiones en Washington y México siempre han tenido altibajos a través de su historia; incluso me atrevo a comentar que en gran parte se influye en la opinión pública tanto por la diversidad de opiniones como antes dije en los medios de comunicación, analistas, los propios embajadores de ambos países y el papel protagónico de los propios presidentes de acuerdo a sus perfiles individuales y desde luego indudablemente las circunstancias que se presentan en los tiempos de cada uno de ellos.
Una breve historia contemporánea de las relaciones entre Estados Unidos y México lo iniciaría con Jimmy Carter y José López Portillo, en su oportunidad se habló mucho de que Carter estaba determinado a mejorar los lazos con nuestro país, hasta tuvo algunos gestos deferentes con López Portillo, como el honor de la primera visita de Estado de un líder extranjero a la Casa Blanca y propuso acciones coordinadas para resolver los principales asuntos que afectaban la relación de ambos países, lo cual al final no se dio terminando la gestión de Carter sin lograr los propósitos concebidos.
Reagan y Miguel de la Madrid fueron influenciados por las diferencias en torno a Centroamérica, el narcotráfico, el asesinato de Camarena y hasta el desastre del sismo en la Ciudad de México.
En los tiempos de George W. Bush y Carlos Salinas se trató de priorizar los mutuos intereses y tratar de resolver los temas conflictivos, sin embargo desde el inicio de la polémica de Salinas con Cuauhtémoc Cárdenas por la Presidencia y los desafortunados problemas diversos de asesinatos como el de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, el problema zapatista, etc., entorpeció las relaciones de los dos países, pero al menos se concretó la negociación del TLCAN y Estados Unidos lo acogió como un gran reformista de México.
Con William Clinton y Ernesto Zedillo la relación fue intensa y sobre todo el episodio de la devaluación del peso y la renuencia en el Congreso de Estados Unidos de proporcionar cualquier tipo de rescate económico a México y gracias a Clinton que decidió hacer uso del Fondo de Estabilización Cambiaria de la Reserva Federal lo que nos salvó de un colapso económico.
George W. Bush y Vicente Fox iniciaron su relación con mucha algarabía y grandes expectativas pregonadas por todos los medios de comunicación, pero al final no hubo resultados que verdaderamente en mi opinión fueran rescatables.
Barack Obama y Felipe Calderón trataron desde un principio de puntualizar los grandes desafíos a los que se enfrentaban tanto en la lucha contra la delincuencia organizada instituyendo un paquete de ayuda antinarcóticos del Gobierno estadounidense por mil 400 millones de dólares que se llamó la Iniciativa Mérida, así como la situación económica predominando el tema de la seguridad energética, pero todo se vio empañado por la recesión y problemas en la economía de Estados Unidos.
La semana que terminó, los titulares fueron por la visita de Obama a México y resaltar las excelentes relaciones no sólo entre los dos países sino para variar, sobre todo en la afinidad con Enrique Peña Nieto, se habló de los temas de seguridad, economía, educación y el de inmigración que desde luego se ha festinado nuevamente como una nueva relación más estrecha y con un promisorio futuro entre México y Estados Unidos en los temas ya mencionados; por mi parte espero que ambos presidentes y la diversidad de las fuerzas políticas en sus respectivos países permitan que aprovechando las experiencias mutuas, el potencial de nuestro país y la experiencia de la crisis en los Estados Unidos se pueda por fin alcanzar los propósitos económicos y sociales bajo un respetuoso entendimiento mediante un verdadero esfuerzo conjunto y sobre todo más equitativo para México.