Si usted estuviera hospitalizado y enfermo de un cáncer sumamente agresivo -sarcoma en fase avanzada, metástasis y demás complicaciones del caso- ¿se atrevería a viajar? ¿A hacer caso omiso a las instrucciones de los médicos y poner en riesgo su ya de por sí precaria salud? Pero mejor dicho, ¿tomaría el avión coyotero a media madrugada? Quiero suponer que su respuesta será un rotundo no, de ahí que la prensa internacional haya consignado a ocho columnas el intempestivo retorno de cierto personaje a los terruños de Bolívar.
Casualmente, nos enteramos de la noticia a través de la cuenta verificada de Twitter del interesado, inactiva desde diciembre y que hoy suma más de cuatro millones de seguidores. "Hemos llegado de nuevo a la Patria venezolana. Gracias Dios mío! Gracias Pueblo Amado. Aquí continuaremos el tratamiento", escribió - o alguien lo hizo por él- Hugo Chávez, presidente de Venezuela, el pasado martes y agregó: "Gracias a Fidel, a Raúl y a toda Cuba. Gracias a Venezuela por tanto amor!!! Pero para borrar cualquier atisbo de duda por parte de quienes lo dan por muerto, de sus seguidores y la oposición, el Comandante sentencia en la red social que sigue aferrado a Cristo, a sus médicos y enfermeras. "Viviremos y venceremos", "Hasta la victoria siempre", termina diciendo en honor a la fallida revolución castrista que tanta fascinación le causa.
Presumiblemente, el avión que trajo a Chávez de vuelta a su país habría aterrizado en la ciudad de Caracas a las dos y media de la mañana en el más absoluto sigilo. Ello, en voz de un importante comunicador con el cual conversé en días pasados, recalca el hecho de que el Gobierno de Venezuela continuará ocultando al paciente para así ganar tiempo. ¿Tiempo para qué? Ahí la gran incógnita.
Aunque Cuba sea una potencia médica de renombre internacional, pese a sentirse a sus anchas entre dos dictadores otoñales, en el clima del trópico, con la música de José Antonio Méndez y los textos de inspiración marxista - leninista; todos sabemos la razón de los periplos de Chávez Frías a Cuba además de los intereses políticos y comerciales con la isla: estar ahí le garantiza que no haya filtraciones ni preguntas incómodas sobre el secreto mejor guardado en Venezuela y el cual, tal parece, la ciudadanía no es merecedora de conocer, como si de una monarquía absoluta se tratara, el parte médico del paciente.
Porque cuando hablamos de un jefe de Estado, del encargado de los destinos de toda una nación, entonces el ámbito de lo privado se vuelve de interés público y el derecho fundamental a la información, un asunto no negociable. Saber si Hugo Chávez está o no capacitado para ejercer los poderes y atribuciones constitucionales y la Presidencia de Venezuela sería un derecho ciudadano fundamental en cualquier país que se preste de ser democrático.
Como acertadamente apunta Enrique Krauze en sus textos sobre el particular, la República de Venezuela es gobernada por un simpático telepredicador que más que miedo, lo que termina provocando son carcajadas y que pocos lo tomen realmente en serio. Pero eso era antes porque ahora nadie sabe -ni los venezolanos, ni los homólogos del comandante ni mucho menos la comunidad internacional- quién demonios manda: si Chávez, el frágil Nicolás Maduro, o el temible Diosdado Cabello. Y claro, tal incertidumbre, entre otras razones, provocó el desplome del Bolívar y una devaluación de más del treinta por ciento.
Mientras al venezolano de a pie y a las clases medias se les dificulta encontrar productos de primera necesidad en los supermercados -podría ocupar toda la plana comentando la información que en ese sentido me llega a diario desde allá- Hugo Chávez se aferra a la vida y al poder. Total, que en el ínter a Venezuela se la cargue la tiznada, no importa. El chiste es continuar con un proyecto tan, pero tan exitoso, que tiene a la nación al borde del abismo. En tanto, los hechos apuntan a que más tarde que temprano, dicho proyecto se colapsará.
Aunque las enfermeras del nosocomio de Caracas que lo atiende digan que "entró por su propio pie y pleno de entusiasmo" , aunque exista una foto del paciente al lado de sus hijas leyendo el soporífico "Gramna" cubano, finalmente en ochenta días nadie ha visto a Hugo Chávez.
Crece el rumor y el rumor no es bueno para la estabilidad de un país. Hasta que no se demuestre lo contrario mediante pruebas contundentes, hoy podemos señalar que en Venezuela no hay quien mande. Punto.
Twitter @patoloquasto
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