"Ayer el diablo estuvo aquí (se persigna), en este mismo lugar; huele a azufre todavía". Las palabras son Hugo Chávez al referirse a George Bush en la Asamblea General de la ONU en el más famosos de los cientos de controvertidos discursos. En otro de ellos dijo que el presidente Aznar era un fascista; o que el Papa Benedicto XVI no era embajador de Cristo, pues Cristo no necesita embajadores. Pocos presidentes hay en el mundo tan folclóricos, tan contundentes y tan controvertidos como él: dictador por la vía democrática; populista como ninguno; líder carismático, Hugo Chávez es hoy la figura más fuerte entre los presidentes latinoamericanos.
Chávez marcó una época. No sólo por su estilo, un liderazgo basado en el discurso, como lo fue el de Fidel Castro, sino por la influencia que tuvo sobre la región sudamericana. Hoy Cristina Kitchner, en Argentina, Evo Morales, en Bolivia, Rafael Correa, en Ecuador, siguen los pasos del chavismo no sólo en la forma de encarar la economía, sino fundamentalmente en esa forma de gobernar desde el discurso y la omnipresencia de la figura presidencial.
Si el presidente Hugo Chávez no es capaz de tomar posesión de su cargo para el nuevo período que comienza el 10 de enero, el Gobierno provisional tendrá que llamar a elecciones en los próximos 30 días. Como el Cid Campeador, Chávez podría ganar su última elección ya muerto (ayer estuvo Chávez aquí, en este mismo lugar. Huele a formol todavía...) El cadáver el comandante, elevado al grado de santidad por una gran estrategia mediática, seguramente llevará al chavismo a derrotar a una descompuesta oposición venezolana, que difícilmente estaría preparada y lista para una elección después de dos derrotas consecutivas en menos seis meses; en los comicios presidenciales y en los provinciales.
La gran pregunta es si puede subsistir el chavismo en formol. Si esas formas retóricas, populistas, que han mantenido una base social de apoyo al gobierno y han logrado mantener una economía basada en una ficción cambiaria, pues el dólar se vende a 2.3 bolívares para transacciones autorizadas por le gobierno; 4.5 como tipo de cambio oficial y a 9 o más en el mercado negro, podrán mantenerse en pie.
Hay dos cosas que pintan para caer tras la muerte del presidente: la unidad del grupo gobernante y la economía. Sea cual sea la decisión que se tome en el cónclave venezolano en Cuba, la división entre el chavismo de base, representado por el vicepreidente Nicolás Maduro, y el chavismo militar, que encabeza el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, parece inminente. Y la devaluación del bolívar ni se diga.
La llamada revolución bolivariana, el movimiento más importante de los últimos años en Latinoamérica, es hoy una revolución en formol.