David Lynch, Twin Peaks, 1990.
Ante las evidentes desventajas económicas que tiene la industria del cine con respecto a la televisión, esta última ha sabido despertar el interés de renombrados directores logrando que desplieguen su talento a través de series que siguen cambiando los paradigmas de la pantalla chica.
No es nuevo ver cómo figuras forjadas en la industria cinematográfica aparecen en la televisión, o enterarnos de que alguna leyenda del séptimo arte se encuentra trabajando tras bambalinas en la pantalla chica. Hablamos de una tendencia mundial que quizá ha ido en aumento. A fin de cuentas el cine y la televisión mantienen estrechos lazos comunicantes que los llevan al ‘préstamo’ continuo de argumentos y protagonistas. A ello se suma la creación de los grandes conglomerados multimedia como Time Warner, Sony, Viacom y News Corp, integrados por canales de tv por cable o satélite, y casas fílmicas, los cuales generan una sinergia que para fines comerciales ha vuelto más natural el citado intercambio.
Por otro lado, la televisión en alta definición abrió un nuevo marco de posibilidades para la producción de contenidos atractivos en este medio, a través del formato de las llamadas series, las cuales demandan el talento probado y garantizado de directores ‘hechos’ y consagrados en la industria del celuloide.
Hablando de las series, estas iniciaron en Estados Unidos en los cincuenta siendo de las más populares la comedia de situación (o sitcom, como son conocidas en ese país) Yo amo a Lucy (I Love Lucy, 1951), la de tipo wéstern como Bonanza (1959) y una más, mezcla de suspenso y ciencia ficción al estilo de Dimensión desconocida (The Twilight Zone, 1959), creada y escrita por Rod Sterling y considerada una de las mejores propuestas televisivas de todos los tiempos. Fue en esa misma época que apareció la antológica Alfred Hitchcock Presenta (Alfred Hitchcock Presents, 1955), con la que se inauguró el proceso de incursión de un director de cine al frente de una serie de la tv, obteniendo excelentes resultados, por cierto.
Y es que a pesar de la experiencia que un realizador tenga en su territorio, este tipo de traslado implica un reto ya que a pesar de las similitudes que tiene la producción de contenidos de entretenimiento en el cine y la televisión, existen diferencias entre ambos. Algunas son las de tipo técnico, desde luego. Pero es quizá a nivel de contexto donde reside la disimilitud más significativa: las expectativas del espectador.
Es completamente distinta la narrativa empleada para plasmar la introducción, desarrollo, clímax y desenlace en ambos medios y es asimismo muy dispar la actitud y concentración de quien elige una cinta en cartelera para invertir poco menos de dos horas en promedio en busca de su entretenimiento, a la del telespectador, a quien hay que capturar desde el inicio y mantener su grado de atención ante la amenaza del control remoto (zapping).
CALIDAD A DOMICILIO
Son numerosos los grandes cineastas que han probado fortuna en el ámbito de la tv. En 1991 el renombrado David Lynch creó la serie de culto Twin Peaks, la cual determinó el antes y después de las series dramáticas. Protagonizada por Kyle MacLachlan, la trama parte de un homicidio que resquebraja la tranquilidad de un pueblo en donde aparentemente nunca pasaba nada.
Ya en esa nueva vertiente de lo que algunos especialistas llaman el quality drama (que surgió a mediados de los noventa y principios de la primera década del nuevo siglo) apareció Los Soprano (The Sopranos, 1999-2007), que presenta a una familia italoamericana de mafiosos, y en la cual se involucró en gran medida el director neoyorquino Peter Bogdanovich. Esta producción llegó a cosechar 21 premios Emmy y cinco Globos de Oro.
Walter Hill, otro realizador de la generación de Bogdanovich, tuvo a su cargo el primer capítulo de Deadwood (2004-2006), serie que revaloriza el género wéstern y de notable trazado de personajes. Fue una lástima que hayan cortado la tercera temporada, quizá el contexto campirano resultó anticuado para el televidente norteamericano promedio.
Alan Ball, guionista de Belleza americana (American Beauty, Sam Mendes, 1999), confirmó su talento con Six Feet Under (2001-2005), una de las series más deslumbrantes y mejor escritas de todos los tiempos. Esta soap opera revolucionó la forma de tratar al género televisivo y a ello contribuyeron, entre otros, los directores Rodrigo García, Jeremy Podeswa, Miguel Arteta, Lisa Chodolenko, Joshua Marston y el propio Alan Ball, todos surgidos de la vasta tradición del cine independiente norteamericano.
Del mismo ámbito indie, Todd Field fue reclutado por HBO para dirigir un episodio de Carnivàle (2003-2005), alucinante producción de atmósfera circense. Por su parte Alexander Payne realizó el piloto y algún otro capítulo de la primera temporada de Hung (2009-2011), comedia dramática bendecida por un humor corrosivo sobre una antigua gloria deportiva que en medio de la crisis de los cuarenta se ve forzado a dedicarse a la prostitución para aliviar su precaria condición económica.
Además de director, Jeffrey James Abrams es productor, actor, compositor y guionista de cine y televisión. Él creó y dirigió la popular serie Lost (2004-2010), que se valió de una historia plagada de misterios e inquietantes flashbacks, en una isla con un interesante delineado de personajes.
EL SELLO DE LAS LEYENDAS
De trayectoria altamente reconocida, Steven Spielberg se ha involucrado en la creación de un gran número de producciones para la tv como productor ejecutivo. Entre las más notables están Band of Brothers (2001), situada en la Segunda Guerra Mundial; Taken (2002), en el género de ciencia ficción, acerca de personas abducidas por extraterrestres, para la cual contó con el veterano Tobe Hooper al frente de un episodio. Más recientemente Spielberg se encuentra tras el éxito de Falling Skies (2011-), también sobre una invasión alienígena, y de Smash (2012-), serie musical inspirada en Broadway y Marilyn Monroe.
Hay más afamados cineastas que se han involucrado en las series dramáticas. Quentin Tarantino, referente ineludible de la posmodernidad cinematográfica, dirigió como invitado capítulos especiales en Sala de emergencias (ER, 1992-2009) y CSI (2000-), donde incluso estuvo al frente del final de la quinta temporada, siendo el suyo uno de los episodios más vistos y esperados en la historia de este formato televisivo.
Martin Scorsese creó para la televisión la notable El imperio del contrabando (Boardwalk Empire, 2010-), de la cual es productor ejecutivo. El serial se centra en el surgimiento de Atlantic City como una de las ciudades del juego en épocas de la ley seca.
Otro icono hollywoodense, Michael Mann, se involucró en el proyecto de Luck (2012-), centrada en el tema de las carreras de caballos y sus entretelones, con la siempre magnífica actuación de Dustin Hoffman. David Mamet colaboró en la dirección de algunos capítulos en The Shield (2002-2008), mientras que Gus Van Sant probó suerte con su colaboración en Boss (2011-2012).
Cineastas de otras nacionales también han sido seducidos para adentrarse en los seriados norteamericanos. La polaca Agnieszka Holland dirigió varios capítulos de The Wire (2002-2008). El irlandés Neil Jordan creó y ha intervenido en algunos episodios de la controvertida Los Borgia (The Borgias, 2011-). El británico Michael Apted estuvo al frente de ciertos momentos de Roma (Rome, 2005-2007). El argentino Juan José Campanella ha mostrado su talento en las emblemáticas La ley y el orden (Law & Order, 1990-2010) y Dr. House (House M.D., 2004-2012). El francés Barbet Schroeder colaboró en Mad Men (2007-), popular serial de corte dramático contextualizado en los sesenta. El mexicano Guillermo del Toro fue invitado a participar en la serie Masters of Horror (2005-2007), sumando así su nombre a una lista de referentes del cine de terror que hicieron lo propio: John Carpenter, Joe Dante, John Landis, Dario Argento, David Cronenberg y Wes Craven.
Como puede observarse, son muchos los iconos del séptimo arte que han expandido su huella a la pantalla chica. Además hoy las cadenas de cable buscan reclutar la experiencia de los realizadores cinematográficos a fin de dotar su programación de mayor calidad narrativa y mejor entramado visual, y desde luego, asegurándose con ello de poner al aire alternativas de manufactura superior y así ganar la batalla por la preferencia de la audiencia.
En estos días se vive una etapa muy activa para la televisión. Existen en oferta varias producciones sobresalientes, puede decirse que hay oferta para todos los gustos y al final de cuentas, como resultado de la aportación de los cineastas, los ganadores somos los televidentes.
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