Las imágenes son elocuentes: jóvenes que, en protesta por el alza en la tarifa del Metro, saltan los torniquetes; uno de ellos le echa agua a un usuario que le reclama su proceder. El que recibió el bautizo le pregunta al agresor: "Esa es la educación que tienes." El mozalbete se le quiso ir a golpes a quien acababa de rociar. Otros sujetos beligerantes abren las puertas de cortesía para dejar pasar a quienes quieran viajar sin tener que pagar. La idea es revertir la decisión del gobierno del DF de subir de tres a cinco pesos el costo del pasaje. El razonamiento es el siguiente: me está permitido violar la ley en nombre de mis propios intereses. ¿Por qué? Porque así se nos ocurrió a mí y a mis cuates.
Va otro ejemplo: el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) decidió realizar un "bloqueo pacífico" a las sedes del Senado de la República y de la Cámara de Diputados. Pero el concepto "bloqueo pacífico" es una contradicción en los términos porque, de suyo, es un agravio contra quien sufre el asedio. En este caso el afectado es, ni más ni menos, uno de los Poderes de la Unión al cual se le impide su funcionamiento normal con el argumento de que "se está traicionando a la patria". Dicho de otro modo: "yo soy quien realmente representa a la patria" (la patrie c'est moi) en tanto que ellos, los que están adentro, representan intereses particulares. Luego entonces, puedo hacer lo que se me pegue la gana para detener el trabajo legislativo con tal de lograr mi propósito. La norma jurídica vale para otros, pero no para mí.
Un caso por demás irritante es el de la CNTE, que lleva apostada en el Monumento a la Revolución no sé cuánto tiempo, alterando la vida normal de la zona y sumándose a cuanta protesta se presenta. Donde van los miembros de esta organización desquician el tráfico, agreden lo mismo a policías que a ciudadanos. Para ellos la ley es letra muerta.
Y qué decir de los "anarquistas", quienes dejan ver su furia cada que se les ocurre. La Policía detiene a unos cuantos y luego el Ministerio Público los deja ir tan campantes para que vuelvan a cometer sus fechorías en la siguiente oportunidad que se les presente.
Delante de estos ejemplos, y varios otros que se pueden dar a lo largo y ancho de la república, convengamos en que si algo falta en este país es educación cívica. Sabernos comportar civilizadamente. Aceptar que mi libertad termina donde comienza tu libertad. Reconocer que en toda sociedad bien constituida hay límites que se deben respetar si no queremos caer en la violencia desenfrenada. Como dice Jürgen Habermas: "La democracia se basa en la autocontención de los actores." Debemos distinguir, claramente, como lo hacía Hans Kelsen, entre el método violento que es el revolucionario, del método pacífico que es el democrático. Esa es una tarea educativa que a los ciudadanos con más instrucción y a las instituciones públicas nos toca llevar a cabo.
Por eso resulta inexplicable que en la legislación que crea al Instituto Nacional de Elecciones (INE) la misión de la educación cívica, que le correspondía al IFE, ya no aparezca y, en cambio, esta responsabilidad se delegue a los organismos públicos autónomos de las entidades federativas. Recuerdo que gracias al IFE, y en el marco de la educación cívica, pudimos traer a México a Michelangelo Bovero. Eso fue fundamental para dar a conocer el pensamiento de autores turineses como Norberto Bobbio.
Allí en el IFE está en curso la investigación "Informe país de la calidad de la ciudadanía en México", que arrojará datos para establecer políticas públicas a nivel nacional que mejoren los estándares ciudadanos. Pero si la educación cívica sale del INE, éste y otros programas para impulsar la cultura democrática quedarán truncos.
Hay que reconocer el gazapo y corregirlo. Como dijo Nelson Mandela: la violencia se combate con educación.
(Profesor de Humanidades del ITESM-CCM)
