Cuando hay un hecho histórico notable en cualquier sitio, sus lugareños quedan marcados con ello como parte de su identidad, y cuando dos o más lugares se sienten meritorios de ser pioneros de cualquier acontecimiento porque de él se sienten orgullosos, lo importante es que lo reivindican cada uno con sus razones.
La supuesta contradicción se torna infructuosa frente a la fuerza que da el sentido de pertenencia y apropiación.
Tal es el caso de las declaratorias de ser "Cunas" de la Revolución Mexicana o la reciente polémica del origen de la División del Norte en el que se debatió si este nombramiento lo merece Jiménez, Chihuahua o la hoy Villa de La Loma, municipio de Lerdo, Durango.
Las declaratorias formales que se dan en cada caso nos deben servir para profundizar en el conocimiento de nuestra historia en el marco de respetar la importancia que cada quien le da a lo acontecido en su terruño.
Por esta razón me parece ilógico por decirlo de esta manera, que la fracción panista del congreso del Estado de Durango se abstengan después de haber estado en un acuerdo de unanimidad de declarar en sesión solemne de este próximo martes a La Loma, como el lugar que es origen y constitución de la emblemática División del Norte.
La verdad de la historia no se dirime con votos, ni la tienen ningún partido, lo que si es muy importante es la difusión de los hechos en ambos lugares, insisto, para profundizar en el conocimiento con todos los antecedentes, ya hay amplia información e investigaciones serias al respecto.
Además, es importante reconocer el esfuerzo, cariño y dedicación que le han puesto a la conservación de la ex Hacienda de la Santísima Trinidad, de la labor de España y los habitantes de La Loma, particularmente Don Beto Antúnez (f) y su familia.