¿Quién es Rufino Tamayo? La pregunta clara y concisa que busca respuesta dentro y fuera de la República Mexicana, habrá quienes la respondan de forma expresa y breve o habrá aquéllos que pretendan extenderse en detallar quién es tan mencionada persona. La pregunta obligada que prosigue a lo antes dicho es sin duda ¿Qué se conoce acerca de Rufino Tamayo? ¿Qué hacía? Como preguntas a responder sería sencillo y práctico responder que fue un pintor nacido en Oaxaca en 1899, que su obra se reconoce alrededor del mundo y que fue galardonado con el Premio Belisario Domínguez al ser un ciudadano distinguido en 1988.
La obra de Tamayo ayuda a responder las cuestiones antes puntualizadas, ya que su biografía y su producción nos adentran no sólo al fondo de su persona sino también acercan al espectador al arte mexicano que llega a completas abstracciones para representar el folclore, la vida y sobre todo el color. En sus primeras obras podemos entrar figuras definidas sin que pierda importancia el juego de matices que impregna la tela.
En su material inicial podemos admirar naturalezas cálidas que detallan energía por los elementos típicos de la vida diaria. En lo posterior la movilidad y contraste de los colores toman una mayor relevancia puesto que es lo primero que atrapa la mirada, es la confrontación de tonos que surgen de manera armónica dentro de la obra, ejemplo de lo planteado es la pintura de "Mujeres alcanzando la luna" (1946) en la cual las dos figuras femeninas se estiran en sentido literal para tocar el cielo nocturno. Ambas mujeres en negro se ven realzadas por el fondo azul y gris de cielo y las rocas en que se sostienen.
Con respecto a la forma particular de pintar el mismo Tamayo afirmó que trabajaba directamente sobre la tela, con luz natural y que sacaba de una paleta de colores limitados las tonalidades que requería. Más allá de un comportamiento extravagante estas posturas reflejan la convicción con la que llevó a cabo su obra. Quizá por ello, Octavio Paz detalló de una noble forma que la pintura de Tamayo sobrepasaba los argumentos en los que se veían debatir a los pintores de época entre los ideales políticos y artísticos pues Tamayo fijaba su ojo crítico en los objetos. Se encontraba fuera de lo material, tomó la abstracción para que el objeto quedara en sus elementos esenciales y de esa manera plasmarlo en tela.
La cual se puede observar en palabras de Octavio Paz en "la pasión que jamás se desgarra y nunca se degrada en elocuencia" eso es lo que se percibe al tener enfrente a la "Pareja en rojo" o al "Sol de tarde" ambos cuadros tienen la energía rebosante apenas contenida en imagen, sin embargo se necesita calma y cuidado para poder encontrar el sentido de lo que está plasmado. Esta aparente contradicción toma cordura en el momento en que, quien está frente a la obra se vuelve hacia sí mismo para encontrar de su propio entendimiento lo que se encuentra viendo. La experiencia de ver los colores cálidos de la pintura de Tamayo es apenas la entrada hacia la profundidad de creación, a su vez las texturas aportan solidez para descubrir de manera pronta lo trascendente dentro de la obra.
Paz fue muy congruente al mencionar que cada obra es una totalidad autosuficiente comienza y acaba con ella, puesto que Rufino procuraba terminar sus obras de manera secuencial y sin interrupciones y sería admirable que de ese mismo modo apreciáramos su trabajo. Observar sus cuadros o murales disfrutando desde el inicio el observar y concluir con una impresión propia de la obra de un ser humano que llenó de color las telas nacionales.