En esta serie de artículos iniciados hace semanas con una reflexión: Lo importante ahora es definir la Re-Evolución que necesitamos y actuar en consecuencia.
Partimos del hecho de que México necesita que los mexicanos transformen las relaciones sociales y económicas que permitan a todos la oportunidad de acceder a una vida digna en cuanto a hogar confortable con las comodidades básicas de espacio, clima, entretenimiento, así como a servicios de calidad en salud, educación, informática, empleo, emprender negocio, estado de derecho, entre otras. Partimos del hecho de que aspiramos a la justicia social, con una propuesta visionaria, pero recordando que sin lugar a dudas el progreso material y cultural de México están subordinados a la condición económica y mental de los mexicanos; que nuestra sociedad conoce innegables avances económicos, sociales y culturales; pero, a la vez, registra graves atrasos que afectan a extensos grupos de mexicanos. Recordando de igual manera que la democracia, como régimen político, extravía sus posibilidades si no se soporta en una sociedad que viva en condiciones de justicia social, de igual modo, la sociedad no puede alcanzar justicia en su convivencia y condiciones de vida, al margen de la democracia.
La ciencia de la historia establece tres grandes tipos de revoluciones: política, social y económica.
La revolución política es aquella donde se reemplaza al gobierno o incluso se modifica la totalidad del sistema político, sin embargo, las relaciones sociales como las de propiedad se mantienen inalterables.
La revolución social, en cambio, es una transformación del conjunto de las relaciones e interacciones sociales cotidianas, ya sea en una ciudad o en un país. Las revoluciones sociales son aquellas que sí alteran las relaciones de propiedad y además trascienden la política, como la Revolución Francesa de 1789 y la Revolución Soviética de 1917.
La revolución económica es el cambio drástico de las condiciones de producción, distribución y consumo de los bienes y servicios. El término generalmente se aplica con los cambios tecnológicos, como lo acontecido con la llamada Revolución Industrial (donde comenzó una época diferente, gracias al uso de nuevas técnicas, fuentes de energía, invención de maquinarias y nuevos medios de transporte, entre otras cuestiones).
Se define Revolución como el cambio o transformación radical y profundo respecto al pasado inmediato. Se puede producir en varios ámbitos al mismo tiempo, tales como económicos, culturales, religiosos, políticos, sociales, militares, etc. Los cambios revolucionarios, además de radicales y profundos, traen consecuencias trascendentales, han de percibirse como súbitos y violentos, como una ruptura del orden establecido o una discontinuidad evidente con el estado anterior de las cosas, que afecte de forma decisiva a las estructuras.
Una propuesta verdaderamente revolucionaria es la de Sociedad Solidaria que hemos venido tratando en estos artículos, pero en las acciones inmediatas, tangibles, eficientes y eficaces que nos hace evolucionar está la de trabajar en la cohesión social basado en proyectos productivos con el esquema organizacional de la economía solidaria y rescate de la certidumbre del uso de los espacios públicos para la convivencia social.
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