"Niño Verde" vs Caracheo
La noticia pasó desapercibida, al menos en comparación con el ruido que causó la nota del "Niño Verde", quien fue detenido alcoholizado y conduciendo un Mercedes Benz en la madrugada del 17 de febrero y--no se diga el de la maestra--. "Te van a correr", le dijo con prepotencia el ejemplar ¿niño? González Torres al oficial que lo detuvo.
Retomo la nota porque nuestro senador no tenía idea de que la persona a la que se dirigía era mucho más grande que él en muchos sentidos. Una persona que sin tener los privilegios de los que el congresista goza, sí conoce y vive el significado de varias palabras, tales como "dignidad", "responsabilidad", "honestidad" y "trabajo". Palabras que nada tienen que ver con las que al senador le preocupan, como "apellido", "reventón", "soborno", "charola" y "puesto de poder".
Me refiero al oficial Antonio Caracheo Mendoza, supervisor de la SSP, responsable del punto del alcoholímetro en cuestión y quien detuviera la madrugada del domingo a González Torres. "Mejor guarden su dinero", les dijo a los escoltas del "Señor Verde". Con un sueldo quincenal de tres mil quinientos pesos, Caracheo rechazó el soborno de dos mil pesos que los guardaespaldas le ofrecieron. "Todo se hará bajo el reglamento", les arguyó. ¡Qué ejemplo! No cabe duda de que una persona íntegra es una persona consistente y definida. Y que la integridad es una forma de viajar y no un puerto de llegada.
Su actitud y valentía me parecen dignos de resaltar. Además, Caracheo no se intimidó ante la prepotencia y negativa de nuestro representante ante la Cámara, de ser sometido a la prueba de alcoholemia; como tampoco ante las amenazas, jaloneos e insultos de sus cuatro guardaespaldas. Me pregunto por qué existirá el fuero para este tipo de personas.
En entrevista para Reforma, Caracheo, de 32 años, comentó que durante los siete años que ha participado en el programa Conduce sin Alcohol, los conductores ebrios le han inventado tener todo tipo de puestos e influencias, lo han insultado y ofrecido desde veinte hasta 2 mil pesos para no ser arrestados.
Hay ocasiones en las que al enterarnos en los medios de los casos en los que impera la corrupción y la impunidad en nuestro país, en verdad nos afecta, nos enoja e indigna. A pesar de que se trate de casos muy ajenos a nuestra vida cotidiana, cuando sabemos de desvíos de recursos, del Ferrari, de enriquecimientos inexplicables, algo dentro de nosotros se subleva. Sin embargo, nos sentimos impotentes.
Es desalentador comprobar que el mal, en términos de noticia, siempre resulta más fácil, más rápido y, por lo tanto, más palpable; en cambio el bien, no es taquillero y a pocos interesa.
Sin embargo, corremos el riesgo de acostumbrarnos al mal -si no es que ya lo estamos.
Es por eso que cuando alguien como Caracheo hace bien las cosas, debemos reconocerlo, aplaudirle y honrarlo.
Y pensando en él, cierro esta entrega con un texto de Italo Calvino publicado en su libro Las ciudades invisibles, de editorial Siruela.
El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, y que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo.
La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo.
La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.
Gracias al programa del alcoholímetro, a Caracheo y a los servidores públicos que realizan con honestidad su trabajo.