Las condiciones en las que inició el gobierno de Enrique Peña fueron casi ideales, teniendo el apoyo de los sectores más poderosos, empresarios, sindicatos, la mayoría de los medios, líderes extranjeros, mercados financieros y las instituciones, por más desgastadas que estén, desde el IFE hasta los tribunales. Y como cereza del pastel, hasta el apoyo de los partidos de oposición.
Por eso sorprende que no haya aprovechado el impulso inicial para presentar sus propuestas más importantes al Congreso: las reformas de energía y fiscal. El ambiente favorable lo tuvo a partir del discurso de toma de posesión. Pero esas condiciones son difíciles de mantener. El desempleo, la violencia, el bajo poder de compra de la mayoría; son todos problemas que pueden rebasar al gobierno si no crea con rapidez un ambiente nuevo.
La prioridad que dio a los asuntos sociales y políticos ha dejado en segundo lugar a las reformas económicas. Pero esto quizá ha ido demasiado lejos, pues no ha presentado aún sus propuestas fiscal y de energía. El riesgo es que el tiempo transcurra y poco a poco aparezcan las fallas del gobierno y del sistema sin que haya aún asegurado estos proyectos, los cuales son indispensables para la coalición de intereses económicos que lo apoyan.
Si en este lapso se acumulan demasiadas fallas, éstas van mermar poco a poco las condiciones y el ambiente favorable y en un descuido pueden frustrar o diluir las propuestas de cambios que ya se dan por hechos en el mercado internacional en materia fiscal y energética.
Quizá el gobierno piensa, como muchos de nosotros -y no le falta razón-, que lo que dejaron los dos gobiernos del PAN es tan pobre y en algunos casos desastroso, que haciendo poco saldrá bien librado, tan sólo dejando ver el contraste con el gobierno anterior.
Pero aun así, las expectativas que el mismo gobierno ha generado son enormes. Hasta ahora el Pacto por México le ha servido políticamente, pero con sus 95 temas puede diluir el proyecto original, que es el que interesa a los grandes intereses económicos que lo apoyan.
En tan sólo tres meses las fallas son inocultables. Entre ellas, la falta de un criterio firme y un mecanismo financiero constituido para rescatar a estados y municipios endeudados, en lugar de un trato casuístico, que sería muy problemático. Fue un error perdonar a varios gobiernos estatales no enterar el ISR retenido durante varios años. No haber reaccionado al desorden en instituciones como el IFAI, tolerando su mayor desgaste. No reducir el gasto burocrático excesivo y ahora buscar aumentar impuestos frente a evidencias de dispendio de entes gubernamentales y funcionarios.
No reaccionar, ni con una declaración, a la evidencia de casos de corrupción como en la Estela de Luz o el desfalco en el gobierno de Tabasco. Parece que no se da cuenta de que la acumulación de fallas ya ocurre en su propio tiempo y la opinión pública se las va a atribuir. Y lo más delicado, el hecho de que la violencia no esté disminuyendo.
La presión social y política que estas fallas provocan fue desactivada por ahora por el arresto de Elba Esther Gordillo, ejemplo universal de corrupción sindical. Esto le traerá enormes réditos y pone su estatura mucho más alta que la de sus socios en el Pacto. Pero sólo tendrá éxito si ataca los problemas estructurales, y para ello no le sobra tiempo. En realidad sólo tiene dos años, antes de que la Fed estadounidense comience a subir su tasa de interés.