Honestamente, no esperaba la reacción de algunos amables lectores y aficionados al futbol, relacionada con el hecho de que la Liga Profesional de Futbol de México sea sexto lugar entre todas las ligas del mundo. Y es que somos país de extremos: o decimos ser lo máximo o lo peor. En esto, como en cualquier otra cosa, el justo medio debe imponerse.
Mencioné el ORMS un sistema científico de análisis estadístico. Este sistema nació en el negocio de los seguros, pero como toma en cuenta 15 factores distintos, se acepta como medio objetivo de evaluar con justicia lo que se compara. Así el sexto lugar mundial que ocupó nuestra liga de futbol se debe al valor que se da a la asistencia del aficionado a los estadios; al cupo, mantenimiento y comodidad de los estadios; y, !asómbrese usted!, a los títulos ganados por nuestro futbol en torneos internacionales, tanto el valor relativo (Concacaf) como el absoluto (Juegos Olímpicos, Copas Internacionales). Pero sobre todo ha pesado mucho el desarrollo de jóvenes valores que se han lucido al alto nivel en algunas ligas fuera de México.
También quiero aclarar que en el aspecto "grandes jugadores" en la liga y sobre todo el nivel de entrenadores mexicanos, el juicio estadístico dejó mucho que desear. Se considera que no hay enseñanza organizada a niveles infantiles y juveniles, que enseñe cosas básicas, como jugar "como equipo", conocimiento y respeto a las reglas, preparación anímica y física por los entrenadores, etc. El gran entrenador argentino Renato Cesarini (quien creó el programa de futbol de los Pumas) me decía, "los grandes jugadores y entrenadores no nacen: se hacen. Nunca he sabido qué hace el entrenador en la cancha durante el juego: su trabajo empieza al terminar el partido del domingo y termina con el silbatazo que inicia el partido del siguiente domingo. Lo que no hicimos entre partidos no puede inventarse durante la emotividad que rodea cada partido".
Debemos terminar con eso de "hacer maestros en la improvisación". No es posible trabajar así en una actividad profesional. Nuestro futbol tiene una liga que se ha jugado sin interrupciones desde hace 111 años (1902 a la fecha). Con varias honrosas excepciones, el desarrollo organizado de lo fundamental de un equipo (jugadores y entrenadores) ha dejado mucho que desear.
Son docenas (tal vez centenas) de miles la cantidad de chamacos y jóvenes que practican futbol en escuelas, clubes y llanos de nuestras ciudades. Casi ninguno tiene el beneficio de un programa previo que le enseñe lo fundamental de cualquier actividad humana: la disciplina del aprendizaje. El espacio se acaba, así que pido al lector sea tan amable de leer mi próximo comentario.
(CONTINUARA)...
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