Desde luego, el tema del día es el inesperado mal papel que están haciendo los jugadores seleccionados de nuestro futbol. Ahora sí, las posibilidades de calificar al Mundial están al más bajo y peligroso nivel. Necesitarían a fuerza ganar los dos partidos que les restan. Además, hablando honestamente, hasta ahora no merecen calificar.
Y es una pena, porque la afición al futbol de nuestro país se merece otra clase de satisfacción de quienes hasta ahora no han mostrado merecer la calificación.
Un profesional, en cualquier actividad humana, es una persona que tiene conocimientos, talento, inteligencia, entrega para lograr un objetivo. Esto aplica no sólo al futbol, sino a cualquier actividad del ser humano, sea el trabajo en una empresa, la educación, en una familia, en un grupo social y, !vaya!, hasta cuando sirves a la patria. Es muy fácil criticar al DT del equipo (quien, por cierto, a mí nunca me pareció el indicado). Pero después de todo, el jugador entra a la cancha conociendo las indicaciones del DT, y cada uno tiene su propia iniciativa, su propio talento y motivación para lograr lo que hasta ahora parece estar ausente.
Maliciosamente, pienso que la mayoría de estos seleccionados está más preocupado por el contrato que firmarán la próxima temporada, sea en México o el extranjero. El futbol mundial está en este sentido, "prostituido". Recuerde el lector lo que ocurrió durante el último Mundial, que fue de los de más baja calidad en la historia. Muchos jugadores "profesionales" cuidaron las "herramientas de trabajo" de manera descarada, temerosos de que el siguiente contrato no llegaría si sufrían alguna lesión. En esa "tierra de tuertos" el Rey (España) lo fue no sólo porque jugaron con ánimo, sino además porque los rivales no parecieron tan interesados en entregar todo lo que tenían.
No creo estar descubriendo el "hilo negro" al insinuar que los Mundiales han perdido su brillo debido al dinero que anda en juego. Lo que ocurra a algunos jugadores (lesiones sobre todo) representa riesgo de perder contratos profesionales con clubes. El mundo se ha vuelto tan materialista que ese papel (el contrato) pesa para algunos más que el honor de vestir la camiseta nacional. Un jugador sudamericano (cuyo nombre me lo callo) antes de jugar un partido de clasificación mundialista me dijo no hace mucho tiempo, "cómo esperan que defienda con entrega total la camiseta nacional de un país. Mis piernas sirven para mantener a mi familia. Si me las rompen, ¿quién la mantiene?".
Aclaro que este incidente no fue con un seleccionado mexicano. Pero el lector recordará distintos casos de jugadores, que en la última Copa del Mundo jugaron con una sospechosa cautela, a un ritmo muy distinto del que juegan cuando están en las ligas donde compiten sus clubes. Para mí esto fue evidente en algunas selecciones del ultimo Mundial.
No quiero sonar negativo sino realista. Hay demasiadas competencias internacionales, demasiados partidos interselecciones. Muchos sólo sirven para que los promotores ganen dinero. Por eso el romanticismo, que antes iba de la mano con ser seleccionado nacional, se diluye en el "escaparate comercial" de torneos de todo tipo. Los jugadores son vistos por muchos clubes, como "mercancía valiosa", que corre el riesgo de "quebrarse o romperse"
Y me consta -algunos jugadores me lo han dicho- que los dueños del negocio llegan al grado de pedirles que no expongan tanto el físico jugando con la camiseta nacional, porque después de todo "no vives de jugar con la Selección".
De nuevo aclaro que para mí no es esta la razón del pobre desempeño de nuestros seleccionados; más bien creo que se debe a presiones de todo tipo, difíciles de aceptar viniendo de jugar una temporada de partidos con alto nivel de exigencia. Sin olvidar que tanto influye el pensar en el futuro de su empleo, que les sirve para cumplir con sus propias responsabilidades una vez terminada la Copa del Mundo.
Pido disculpas al lector si piensa que este comentario es negativo; prefiero llamarlo realista, ya que el ambiente comercial exagerado en que está hoy en día rodeado el futbol en todo el mundo, sumado al inesperado desempeño pobre de profesionales que han demostrado ser mejores, lo pone a uno a pensar… Ojalá y uno pudiera penetrar al cerebro de esos jugadores…
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