No siempre me entero a tiempo de lo que publican los diarios de mi patria, por lo que ignoro si alguien publicó una interesante entrevista aparecida en el "NY Times" el pasado viernes. Este es uno de los pocos periódicos que respeto por su objetividad, puesta a prueba varias veces.
Pues bien, en su edición del viernes 29 hay una entrevista hecha en España a nuestro querido jugador "mexicano-vasco", Javier Aguirre, que pinta con claridad el panorama mercantil que existe hoy en día en el futbol no sólo español sino mundial.
Me impresionó Javier cuando era seleccionado mexicano en vísperas del Mundial de 1986. Ya que tengo sangre vasca en las venas, identifico esa personalidad: serio y directo, no juega con las palabras, y es íntegro en pensamiento y lenguaje. En la entrevista actual, muestra todas esas dotes. Se refiere al partido entre los dos equipos de Barcelona de la liga española, que tendrá lugar este fin de semana.
Reconoce Javier que su equipo es el "patito feo" de los aficionados catalanes. Lo atribuye en parte a que son patriotas pero nunca han pretendido formar otra nación como los separatistas del Barcelona. "Me cae mal", dice Aguirre, "que el 90% del espacio de los diarios hable sólo del Barcelona y se olviden que nuestro equipo está aquí, que acaba de edificar un nuevo estadio, que no derrochamos dinero como ellos".
Reconoce que no tienen los medios para contratar "grandes" jugadores. Le indigna que en un país con problemas económicos serios haya pagado el Barcelona 60 millones de euros por firmar al brasileño Neymar, y ellos en cambio, apenas pudieron juntar 750,000 para reforzar el equipo… con ocho jugadores. Por eso sólo cuenta con jóvenes con futuro y veteranos. Un jugador portugués, Simao Sabroso que jugó casi tres temporadas con Barcelona, ahora juega con el Deportivo Español. Y la prensa que llenó planas cuando lo contrataron, lo ignora en contraste de cómo lo alabó cuando estaba con el Barza.
La historia de la liga española es un enfrentamiento eterno entre los españoles y los que no quisieran serlo. La cosa se complica cuando uno acepta que el futbol lo han convertido en problema de política. Aún entre ellos, los catalanes tienen dos grupos que chocan: el Barcelona está claramente asociado con el movimiento independiente de los catalanes; en cambio la gente del Deportivo Español prefiere pensar en una España pacíficamente unificada. Esto es anatema en Cataluña ya que ser independientes ha sido su curioso sueño fanático desde la Guerra Civil del siglo pasado. Basta recordar el flujo de catalanes que dejaron España en los tiempos de Franco, las decenas de miles acogidos en México, que siempre ha abierto sus puertas a quienes huyen de dictaduras, sin juzgar creencias.
Pero francamente, confundir deporte con política es, en mi opinión, ridículo en estos días. La última vez que estuve en Barcelona (hace doce meses) me llamó la atención escuchar al dueño de un restaurante decir "Odio al Español más de lo que odio al Real Madrid". Y pregunté: "¿Cuántos jugadores catalanes ayudaron a España a ganar la Copa del Mundo?". No me contestó, sólo se encogió de hombros.
Cuando el lector lea estas líneas será víspera o se habrá jugado ya otro clásico entre dos rivales tan separados entre sí como si fuera Real Madrid contra Barcelona. Seguramente el "poderoso" Barcelona habrá derrotado una vez más al "humilde" Deportivo Español. Con todo el respeto que me inspira el futbol español, siento que estas actitudes de odio no declarado son ridículas en un mundo que hoy más que nunca necesita revivir el verdadero nacionalismo basado en mutuo respeto de todas las etnias.
Una cosa fue huir de una dictadura hace un siglo y refugiarse en nuestro país (que imperfecto y todo tiene una democracia) que llevar a una cancha de futbol inexplicables problemas políticos. En México recibimos por igual a vascos y catalanes y muchos de ellos se avecindaron y tuvieron hijos mexicanos. Nunca recuerdo haber encontrado que se rechazara a ninguno de los que vinieron a nuestro país, todos eran de la Madre Patria que nos dio idioma, religión y costumbres. Jamás hemos renunciado a nuestro origen indígena así como aceptamos que ellos se mezclaran con nuestra raza.
Vivir hoy en día en este tipo de odios (¡y en el deporte!) da la impresión que estuviéramos de nuevo viviendo la insultante Edad Media, que para mí al menos, está hondamente sepultada en el cementerio de la historia. Pero aparentemente aún sigue existiendo en el futbol español… y ni modo. "Crímenes son del tiempo y no de España" (me supongo).
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