Es muy fácil criticar a la distancia, pero es mucho más hacerlo en la cercanía de los acontecimientos. Acabo de regresar del DF y encuentro una división de opiniones muy interesante en lo que se refiere al fracaso de nuestro futbol, que nos puso en duda si vamos o no al Mundial de Brasil.
Esa división de opiniones consiste en que unos le echan la culpa a los medios masivos de comunicación (especialmente la TV) y otros critican a quienes dirigen nuestro futbol.
Yo diría que posiblemente la culpa debe dividirse, además agregando a los jugadores que ya no tienen ese sueño dorado de vestir la camiseta nacional, sobre todo quienes juegan en el futbol de otros países. No es nuevo descubrir que hay un sector de la prensa escrita, hablada y televisiva que tristemente apoya ciegamente a quienes dirigen nuestro futbol. Sus comentarios vienen no del cerebro y el corazón, sino del estómago. Y es que si no dicen que todo marcha bien, que los técnicos son maravillosos y los jugadores muy eficaces y van a calificar… pues no hay comida segura. Claro, no son todos los periódicos, pero sí muchos de los comentaristas de radio y TV, que contrastan con unos cuantos que sí son conocedores y ecuánimes.
Nomás imagínese el lector la catástrofe económica de muchos patrocinios comerciales de radio o TV, si México no puede brincar el "aparente" fácil obstáculo de los futbolistas de Nueva Zelanda, que no son "perita en dulce". De hecho, Australia luchó porque FIFA la consideraran en grupos de Asia, porque saben los australianos que los "kiwis" siendo de un futbol inferior, tienen equipo que en partidos de este tipo son difíciles de vencer.
Quiero recordarles que allá hace unas tres décadas (21 agosto de 1980) en Auckland, nuestro equipo nacional que entre otros incluía a Tena, Vázquez Ayala, Tapia, Ricardo Castro y Cristóbal Ortega, perdió en Auckland, por… 4-0. Claro, no faltará quien me diga, "hey señor, está usted muy anticuado, eso era antes que tuviéramos jugadores en las ligas europeas, etc. Ahora ya sabemos ganar en el extranjero".
Bueno, si así fuera, ¿quién explica el fracaso de nuestra actual selección ante rivales a los cuales se les solía ganar con relativa facilidad (Panamá, Guatemala, Honduras, etc.) y ahora no sólo sudan para ganar sino para anotarles un gol? Y es que si somos honestos, podemos decir que el futbol mexicano no está ni atrasado ni estancado: ocurre que muchos rivales han avanzado relativamente a mayor velocidad que nosotros.
En la última clasificación oficial mundialista de FIFA nuestro futbol ocupa el lugar 24 entre 202 naciones. Suena maravilloso ¿verdad? Pues arriba de México están entre otros, cinco países sudamericanos y además Australia… y los Estados Unidos. Hace algún tiempo un querido amigo mío, gran periodista de origen español de la "France Presse" (Rafael García) me hizo enojar cuando nuestro seleccionado, luego de jugar una serie de partidos en Europa y sólo ganó uno, escribió que "el futbol mexicano estaba lleno de ídolos de tipo local". Es decir, que sólo podíamos lucir y vernos maravillosos cuando se jugaba en casa.
Pero ahora, ni eso. ¿O no es verdad que sólo llegamos a cuartos de final las dos veces que fuimos sede, en 1970 y 1986? ¡Ah, y nos eliminaron!. Y eso a pesar que hemos clasificado 12 veces para un Mundial, hazaña en que solamente nos supera Italia, que ha clasificado 13 veces. Por lo tanto es evidente que no hemos podido llevar nuestro futbol a ser de los mejores en el concierto mundial.
Seamos pues humildes y analicemos por qué el futbol del Caribe y Centroamérica nos ha impedido mantener la supremacía que solíamos tener en esta región. Creo que una de las razones está en la forma como algunos medios inflan continuamente la realidad de nuestro futbol. Otra es la insistencia en mantener absurdos medios campeonatos, donde entrenadores chambistas manipulan los marcadores porque solamente quieren los puntos mínimos para llegar a las famosas liguillas. Es posible que algunos entrenadores no lo hagan a propósito, pero es fácil calcular el mínimo de puntos necesarios para llegar a la liguilla (donde hay mejores entradas y más dinero), por lo que se limitan a buscar solamente eso. Y si no es cierto, dígame lector, ¿por qué será que en 37 torneos cortos, solamente siete veces el que terminó con más puntos en el torneo regular refrendó esa supremacía ganando la liguilla?
Creo que el absurdo sistema de liguilla y medios campeonatos permite a los entrenadores "chambistas" calcular el mínimo de puntos y planear ganar el título en sólo seis partidos finales. ¿No cree usted, amable lector, que allí se encuentra el origen del aparente conformismo de nuestros seleccionados nacionales? ¿No será que se han acostumbrado a que pueden reaccionar a última hora en juegos decisivos?.
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