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Como les iba diciendo...

Carlos F. Ramírez

Confieso, amables lectores, que mis sentimientos con respecto a la clasificación de nuestra Selección para el Mundial de Brasil, están curiosamente "enfrentados". Por un lado me alegra que se haya demostrado que el problema de un equipo no es tanto el entrenador sino los jugadores que se eligen para formarlo. Conozco aunque superficialmente al nuevo entrenador de nuestra Selección. Alguna vez asistió a un seminario que dicté en Monterrey, y la impresión que me dejó fue de ser superficial, poco serio y muy enfilado a objetivos personales. Pero repito, sólo lo he conocido en esa ocasión y, ¿por qué no?, tal vez haya madurado con el tiempo.

El otro juicio es que la selección que va a un Mundial necesita otro tipo de dirección.

No es un concurso de popularidad como muchos creen, sino al contrario, un buen entrenador en un Mundial, debe tomar decisiones que rara vez satisfacen a los medios; y menos aún a los expertos de tribuna. Además en nuestro futbol el público tiene la tendencia de juzgar como aquel jocoso dicho que circula referente a los doctores: "si se alivió fue la Virgen; si se murió fue el doctor"…

Tomar un equipo nacional en vísperas de un Mundial es tarea muy delicada, que normalmente sólo emprenden los muy valientes o los muy cínicos. No lo tomen en negativo, simplemente es la lógica que rodea la improvisación. Porque no creo que haya duda que esta clasificación lograda gracias a la labor de tres jugadores eficaces, resultó de improvisar a última hora (que es lo mismo que lanzar una moneda al aire); la ley de probabilidades sólo tiene una de dos caras de moneda para decidir. Claro, si alineas a dos veteranos mundialistas de calidad comprobada, y los combinas con un joven valor que es el mejor goleador entre los que han surgido últimamente en nuestro futbol, las posibilidades de salir adelante se incrementaron; y sobre todo porque enfrentaron a una selección nacional de poca valía internacional, que salió a defenderse únicamente, con un entrenador que les tenía "tanta fe" en su capacidad de anotar, que los mandó sólo a evitar que les anotaran. Y cuando en el futbol hay enfrentamiento entre positivo y negativo, siempre ganarán los positivos. Y eso fue lo que ocurrió.

De allí en adelante, todo es preocupación. Se ganó bien, pero ¿a quién? ¿Y qué clase de táctica "novedosa" fue evidente en los dos partidos del nuevo entrenador?

Sólo lo vi gritando como desaforado, olvidándose que al entrenador ningún jugador lo escucha durante el juego. Y después ante las cámaras en Nueva Zelanda, y en medio de jocosos comentarios, peleó con gran técnica de comediante ante los maorís que sonrieron satisfechos de tener enfrente un actor importado del "vaudeville" mexicano. Por favor, lectores, no crean que trato de ser irónico, me limito a reportar lo que mis ojos vieron y mis oídos escucharon.

cfr515@charter.net

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