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¿Cómo los arreglarían?

Mirando a fondo

VÍCTOR GONZÁLEZ AVELAR

COMO LLEGARON se fueron. Después de doce días de haber tomado la torre de la Rectoría de la UNAM en Ciudad Universitaria, los señores encapuchados salieron cargando todos sus tiliches y mugreros, una vez que obstaculizaron el funcionamiento de la universidad más grande de América Latina y una de las más importantes del mundo.

SALIERON DEJANDO tras de sí suciedad, muebles rotos, equipos de cómputo destruido, vidrios y ventanas despedazadas, murales y pinturas dañadas, esto por decir lo menos.

ASÍ ES, COMO llegaron se fueron. Después que la banda de delincuentes enmascarados se rió a carcajadas del rector Narro Robles, de todas las policías, de la ley y de todos los ministerios públicos del fuero común y federal, abandonaron tranquilamente la UNAM.

La toma de la Rectoría se hizo ante la mirada lejana y autista de 350 mil alumnos universitarios que no hicieron nada. Ante la total indiferencia de los maestros y catedráticos, quienes optaron por mantenerse en su tranquilo estado de confort. Todos se rasgaron las vestiduras haciendo estentóreas declaraciones repugnando el acto; pero nadie se atrevió a tocar a los enmascarados ni con el pétalo de una rosa, no fuera que se enojaran. La impunidad total y perfecta.

DE LOS PEDIMENTOS hechos por los enmascarados de la UNAM, uno se centraba en que quedara sin efecto la expulsión de cinco porros de un CCH y además, que el rector Narro se desistiera de las denuncias penales presentadas ante la Procuraduría General de la República por los daños materiales causados a nuestra máxima casa de estudios.

A LA FECHA nadie sabe quiénes fueron esos delincuentes. Ninguna autoridad fue capaz de identificar a uno de los quince enmascarados que destruyeron patrimonio universitario que es de todos los mexicanos. Nuestros ministerios públicos que no sirven realmente para nada y menos para investigar, desconocen quiénes fueron los vándalos ni quién a la sobra los manejó; como tampoco saben quiénes son los enmascarados que diariamente en calles y avenidas destrozan todo lo que encuentran a su paso, ante la mirada aterrorizada de los pobres policías que con unos tristes escudos tratan de defenderse de la violencia callejera actuando siempre como convidados de piedra.

POR OTRA PARTE, los maestros disidentes en el Estado de Guerrero también anunciaron que hoy lunes regresarían a clases después de haber cometido cientos de delitos a la vista de toda la población y los medios; pero eso sí, los señores deciden regresar a las aulas siempre y cuando se les haga pago de los sueldos que les fueron retenidos. Esto en buen castellano quiere decir: que se les pagará por no haber trabajado y por destruir edificios, carreteras y el congreso local de Guerrero; pero además, los señores están exigiendo al gobernador se desista de las denuncias penales presentadas y queden sin efecto las órdenes de aprehensión libradas.

Con relación a la destrucción de los edificios de los partidos políticos en Chilpancingo es de hacer notar, que los únicos edificios que no fueron quemados por los agitadores fueron el del PT y el de Morena. Qué casualidad tan casual.

VOLVIENDO A LOS ENMASCARADOS de la UNAM, el próximo 9 de mayo tendrán una reunión con el rector Narro Robles para estudiar la ¡Reforma de los planes de estudio de los CCH! (y el Consejo Universitario en dónde queda). Es tan tonta y zafia la medida del rector Narro Robles, como si la Cámara de Diputados se reuniera con los jefes de los cárteles para consultar su opinión sobre las reformas al Código Penal Federal, a la ley de Salud o de cómo se debería instrumentar el combate a la delincuencia.

OTRO DE LOS pedimentos hechos por los enmascarados de la UNAM, además de que quede sin efecto la expulsión de cinco porros de un CCH, es que el rector Narro se desista de las denuncias penales presentadas ante la Procuraduría General de la República por los daños materiales causados a nuestra máxima casa de estudios.

DE CEDER A ESTAS TORPES peticiones, seguiría fomentándose, como ha sido por siempre, la impunidad en nuestro país, en donde ya de por sí el 98 por ciento de los delitos queda impune.

LO QUE queda muy claro, es que en un país de 120 millones de habitantes, quince enmascarados pueden paralizar una universidad de 350 alumnos, Y que esto puede ocurrir porque en este México los medios y gran parte de su población piensa que aplicar la ley es represión.

Y es que al Estado mexicano no se le da eso de aplicar la ley.

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