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Con Príncipe y sin Príncipe

DE VUELTA AL RUEDO

MARTHA FIGUEROA

Qué mundo tan bipolar, ¿no? La mitad de los corresponsales de noticias seguía el parto de la Duquesa de Cambridge, y la otra mitad, la llegada del Papa nuevo a Brasil.

A mí, si me dieran a elegir una cobertura, escogería la llegada del bebé real. Primero, porque Londres es más bonito, y luego, porque la información sobre la realeza es más divertida.

Por ejemplo, ¿cómo se llamará?, ¿a quién se parece?, ¿tiene las orejas del abuelo o el pelo de la abuelastra?, ¿cuánto midió?, ¿cómo es la cuna?, ¿de cuánto fue la derrama?

Por supuesto, existen personas a las que no les interesa el "bebé Royal", pero uno de los primeros en mandar parabienes cuando le avisaron "it's a boy" fue Obama, que según él, está súper complacido con la llegada del joven príncipe.

Pues a ver si el recién nacido sí llega al trono, porque veo todavía muy maciza a la Reina Isabel y no creo que el Prince Charles se ponga la corona algún día. Creo que se lo va a brincar Guillermo, lo presiento.

Y también, menos mal que a los bebés ya no los trae la cigüeña. Porque nacieron casi al mismo tiempo el heredero de la corona británica y la hija de Penélope Cruz y Javier Bardem, cada criatura pasadita de los 3 kilos 800 gramos. ¡A ver, tú cuélgate del pico 8 kilos!

Y mientras Catalina y Guillermo se preparaban para el elegantísimo nacimiento del nieto de mi Lady Di, de este lado del mundo mis amigas y yo estábamos. ¡en la colonia Doctores en una función de lucha libre!

Así como lo oyen. Cuatro mujeres solas, sin un Príncipe que les haga un hijo, alejadas del glamour de Buckingham, pero muy cerquita de miles de plebeyos entusiastas y honrados.

Sinceramente, no me cambiaba por nadie porque esa noche la lucha estelar de la Arena México era ¡todos contra todos, jugándose 10 cabelleras! ¡En una jaula! Mátenme ésa. Cómo te cambia la vida con Príncipe y sin Príncipe.

Como era una noche muy especial, hasta las del ballet se lucieron con números musicales preciosos. Primero lucieron lo último en moda S&M (sadomasoquista), luego bikinis con lentejuela, después un disfraz de diablitas (in-cre-í-ble) y más tarde aparecieron de enfermeras (¡mi sueño!).

Nos gustó tanto la participación de las bailarinas, que una de mis amigas dejó su currículum por si hay vacantes. Yo la apoyé porque cuando tienes casi 50 años necesitas mucha solidaridad. Aparte nunca hay que subestimar a una señora aburrida, no sabes de lo que es capaz. Ya ven la autora de "50 Sombras de Grey", la sorpresa que dio.

Pero no se distraigan, que íbamos en la lucha. Al principio me estresé un poco por el reglamento de la Arena. Es que hay un letrero que reza "se prohíbe pronunciar palabras obscenas y arrojar objetos. La persona que sea sorprendida será consignada a las autoridades".

Y yo ya me hacía en la cárcel porque grité cosas tremendas, sin carga ofensiva premeditada, pero con mucho sentimiento.

Lo malo de la jaula es que llega un momento en el que se te confunden los bandos. Yo, para no errarle, soltaba parejo sin miramientos, como una Madre Teresa en el pancracio. Apoyaba a los rudos y, si ganaban los técnicos, tranquilamente les gritaba "¡p.os!" y al revés.

Además, tengo el problema de que el cariño me pierde y me siento muy unida a buenos y malos: Shocker, Súper Porky, Rey Bucanero, Blue Panther, Máximo, Negro Casas, Rey Escorpión, Místico y Atlantis.

Todo iba muy bien con la adrenalina y las palabrotas, hasta que un señor volteó muy serio y me dijo "¡vámonos respetando!". Así truncó mi brillante carrera en el mundo del insulto.

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