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EN TORNO A LA MARIHUANA

María del Carmen Maqueo Garza

Sin lugar a dudas un asunto que ha ocupado los principales titulares noticiosos en la semana que recién termina, tiene que ver con la despenalización para el consumo de marihuana.

Instituciones oficiales, organizaciones no gubernamentales, partidos políticos y diversos comunicadores expresan sus opiniones al respecto. En muchos de los casos se actúa con apasionamiento, en tanto los más sensatos buscan información que les permita llegar a la verdad.

Desde los años sesenta, cuando se disparó el consumo de estupefacientes en el mundo occidental, hasta la fecha, ha habido investigaciones encaminadas a determinar los daños reales que drogas como la marihuana pueden ocasionar, tanto en la esfera cognitiva como en la social, así como el daño potencial en otros aparatos y sistemas. Justo ahora, cuando las opiniones se polarizan al extremo, con facilidad se cae en la satanización del uso de la marihuana, atribuyendo a ello efectos nocivos que hasta este momento la ciencia no ha comprobado.

Aclaración pertinente, no estoy a favor del libre consumo de la yerba verde. Mi percepción es que se han generado posturas radicales, no precisamente apegadas a la evidencia científica, que a fin de cuentas no facilitan una toma de decisiones apegada a la razón. Como médico encuentro que la postura de Fernando Cano Valle, comisionado nacional contra las adicciones de la Secretaría de Salud tiene como propósito desalentar a toda costa el consumo de marihuana, más allá de lo que la información científica basada en evidencia pueda indicar.

Para ubicarnos, en primer término habría que precisar es la diferencia entre "legalización" y "despenalización". Si finalmente la balanza se inclinara a favor de la libertad para el consumo de esta droga, habría que vigilar que se consolidara una despenalización, figura en la cual deja de aplicarse una sanción al consumidor, y no una legalización, figura en la cual el trasiego, portación, venta y consumo de la droga estarían exentos de sanción.

Ahora bien, los argumentos orientados a favorecer el libre consumo de la marihuana se basan en el supuesto de que al permitirlo va a frenarse el narcotráfico. Hay un punto que poco parece tomarse en cuenta en todo este debate, y es el siguiente: Si el comercio multimillonario del narcotráfico deja de percibir los ingresos que hasta hoy produce la marihuana, las redes del narcotráfico van a enfocarse hacia la promoción de otro tipo de estupefacientes, con el propósito de mantener el flujo de capital que hasta ahora les proporciona la yerba verde. Estamos hablando de drogas duras de elevado costo para el consumidor, tanto en términos económicos como de salud, cuya mayor demanda finalmente dispararía aún más la ola delincuencial en el país.

Quienes están a favor de la despenalización de la marihuana invariablemente traen a colación el modelo holandés, dentro del cual la venta de la droga no ha generado mayores problemas para aquel país, o nos tratan de vender la idea con base en el comportamiento del consumo medicinal o recreativo en algunos estados de la Unión Americana. Sin embargo la realidad mexicana no se parece a ninguno de los dos casos, y sería ilusorio esperar que el comportamiento nuestro como mexicanos, fuera similar al de dichos modelos.

En la medida en que no asumamos la adicción a drogas como un problema de corte médico, no podremos empezar a solucionarlo de raíz. Muchos de quienes apoyan leyes a favor del consumo de la marihuana insisten en señalar que las sustancias derivadas de la Cannabis provocan menos daños orgánicos que productos como el alcohol o la nicotina. Sin embargo, autorizar una tercera sustancia adictiva no resuelve para nada el problema que ya tenemos con tabaco y alcohol. La estrategia eficaz tiene que ir encaminada a modificar el mecanismo interno que dispara el uso de estas sustancias, y no a ampliar la oferta de productos adictivos en el mercado.

En lo particular percibo mucho trasfondo político en todo esto, y como ya nos ha venido sucediendo con la inseguridad, en tanto no encaucemos el problema hacia una solución de raíz, con base en la aplicación rigurosa del método científico estaremos haciendo un hoyo para tapar otro, pero nada más.

Entrar a resolver de manera real la desigualdad social; generar un modelo económico que deje de producir unos cuantos multimillonarios en la cúspide a costa de multiplicar exponencialmente a los pobres. Crear condiciones laborales que satisfagan la economía del hogar, para estar en condiciones de reforzar la educación dentro del mismo. Dejar de visualizar a la política como la gallina de los huevos de oro… En pocas palabras, alejarnos de los apasionamientos y comenzar a pensar en nuestro amado México como una criatura viva que en estos momentos sufre grandes males, y necesita una cirugía radical para curarse.

http://contraluzcoah.blogspotcom/

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