Cuatro jóvenes novilleros de la Escuela Taurina de Torreón se presentaron ayer en la Plaza de Toros Valente Arellano. (Fotografía de Erick Sotomayor)
Josué Espino (Torreón) y Albeiro Rocha (Monterrey), con una oreja cada uno, fueron los triunfadores del Festival Taurino que se dio este martes 1 de enero en la Monumental Plaza de Toros Torreón "Valente Arellano".
El festival fue el preámbulo de la apertura de la Escuela Taurina de Torreón "Jaime N. Cantú Charles", que dirigirá el matador de toros Aarón Hinojosa con la asesoría del maestro Rafael García "El Empachao".
Fueron cuatro chavales los que participaron en el festival, Arturo López de la Escuela Taurina de Guadalajara, Albeiro Rocha, de la Escuela Taurina de Monterrey, Nuevo León y los laguneros Heriberto Fernández y Josué Espino, de la recién creada Escuela Taurina de Torreón, que tendrá como sede el Coso de la Colonia Moderna.
El aspirante a novillero tapatío Arturo López, abrió el festejo lidiando a "Oronita", un ejemplar de la ganadería "La Macarena", con la capa lució al a verónica y con pañosa enseñó lo que ha aprendido, toreando bien tanto al derechazo como al natural. Sin embargo se puso pesado con el acero y escuchó un aviso.
Siguió el lagunero Heriberto Fernández, con el novillo "Año Nuevo", al, que veroniqueó a placer, destacando una tanda de trincherazos en el centro del ruedo. Con la muleta intentó con la derecha sin embargo se acomodó mejor al natural. Al igual que se alternante se puso pesado con la toledana y recibió un aviso del palco de la autoridad.
Por su parte, Josué Espino, con su enemigo de nombre "Mi Gusto Es", enseñó buenas cosas, sobre todo como camina en la arena, a nuestro juicio, de los 4 chavales fue el que enseñó mejor oficio y más centrado toreando tanto con el capote como con la muleta. Al natural se creció, porque por ese lado fue donde mejor embistió el ejemplar de "La Macarena". Terminó de tremendo estoconazo que le valió el corte de un apéndice.
Cerró el festejo el regiomontano Albeiro López, se enfrentó al novillo "Pony", el mejor presentado y de mayor tonelaje, pero el chaval del Cerro de la Silla no se arredró, al contrario se creció ante la embestida del negro zaino, pero al igual que sus tres compañeros, también visitó la arena en diversas ocasiones. Por su ímpetu y deseos de quedar bien ante el respetable, el juez le concedió una oreja.