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Crean ambiente cálido y familiar para los adultos mayores del asilo

A la espera. Alrededor de treinta mujeres esperaban la hora de la merienda de Nochebuena en el Asilo para Ancianos Dr. Samuel Silva de Torreón, mismo que atiende a más de cien adultos mayores.

A la espera. Alrededor de treinta mujeres esperaban la hora de la merienda de Nochebuena en el Asilo para Ancianos Dr. Samuel Silva de Torreón, mismo que atiende a más de cien adultos mayores.

ROBERTO ITURRIAGA

Piedad Jovita Toxqui, madre superiora del asilo de Ancianos Dr. Samuel Silva de Torreón, se levanta las mangas y se prepara para hacer un recorrido por todo el lugar, pronto será la hora de la merienda de Nochebuena y debe asegurarse de que todos los adultos mayores se encuentren bien.

La monja va vestida totalmente de blanco, no supera el 1.70 metros de estatura pero su voz y presencia demandan atención de parte de todos los que la rodean, con esa misma energía inicia su caminar por cada una de las secciones que componen el asilo.

“Son muy pocos los ancianitos que tienen familia y que dejan el asilo para pasar estas fiestas con ellos, el ochenta por ciento se tiene que quedar aquí, haciéndose compañía unos a otros y tratando de no estar tristes por su soledad. Nuestro trabajo es tratarlos bien, de que se despejen un poco de sus asuntos emocionales y se pongan contentos”, dice la religiosa.

A unos metros de la entrada hace su primera escala en los dormitorios de hombres, la mayor parte de las camas se observa desocupada, casi todos los ancianos se han levantado ya de sus sitios y caminan lentamente por un pasillo, en espera de que se les sirva su merienda.

Sin embargo, en dos camas todavía están acostados “Chuy” y “Juan”, ambos tienen más de 70 años y decidieron no salir a merendar por “motivos personales”, la madre Jovita pregunta si “están bien”, ellos sólo se limitan a decir que “sí” y “hasta mañana, feliz Navidad”.

La superiora sale entonces del dormitorio, en el camino del pasillo se encuentra con los que han decidido acudir hasta el comedor, los saluda a todos y cada uno, incluso reparte algunas medicinas que lleva en su bolsillo, de memoria sabe el nombre de las pastillas y de las personas que la necesitan.

ATENDER A LOS ENFERMOS EN NOCHEBUENA

Su alegría y energía se contienen por unos minutos, baja su tono de voz y avisa “aquí es”, se trata de la enfermería de los hombres, un sitio destinado al cuidado especial de los ancianos que padecen condiciones de salud complejas. Ese sitio se encuentra ocupado casi en su mayoría por personas que tienen demencia senil, Alzheimer o diabetes, son varias habitaciones las que albergan a los ancianos que casi no pueden moverse, gritan constantemente o se desorientan con facilidad.

“Hay muchos que no se acuerdan de lo que es la Navidad, se les hace raro ver pinitos o luces de las series, de todas maneras procuramos tenerlos en un ambiente cálido, bonito y llamativo, siempre hay gente que les intenta atender en todo y alegrar su día”, dice la monja.

Después de tomarse unos minutos para tapar con frazadas a algunos enfermos, de acomodar artículos personales y de brindar órdenes a sus colaboradoras, la madre Jovita decide salir con calma de la enfermería masculina, la siguiente parada es el comedor.

Conforme se acerca al sitio donde entregará la merienda se va haciendo más clara una música navideña, las luces de adornos indican el camino y la energía de la madre superiora regresa poco a poco. Dos minutos después llega al comedor de los hombres, una sala bien iluminada con sillas y mesas que ya tiene algunos comensales esperando su plato.

Algunos se saludan emotivamente y hasta se desean feliz Navidad, otros llegan tranquilamente hasta su sitio con andador, bastón o ayuda de sillas de ruedas. “¿Cómo están? ¡Buenas noches, señores!” dice Jovita al entrar al comedor, en cuestión de segundos recibe una respuesta general con saludos y sonrisas.

La misma madre superiora ayuda entonces a sus compañeras a servir los platos, papas fritas, algunos caramelos y té caliente forman parte de menú.

Después de laborar ahí unos minutos retoma su recorrido, la próxima parada es la sala de televisión de las mujeres, misma que se encuentra llena pues también esperan el inicio de la merienda de Nochebuena.

En la sala se encuentra la señora María Rosa Sánchez, quien al ver entrar a la madre Jovita no dudó en saludarla, estrechar su mano y desearle una feliz Navidad.

“Estamos solos, pero lo bueno es que nos mantienen ocupados con posadas y fiestas. No parece que estamos en un asilo”, asegura la señora, quien ya pasa de los 80 años y sigue sonriendo.

“Hay que recordarle a la gente que estas fechas con para valorar a la familia, el esfuerzo que hacemos aquí es para que los ancianitos se sigan sintiendo en familia, que vean que aquí también hay Navidad”, dice Jovita.

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Escrito en: Asilo Samuel Silva

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