Llegaron por docenas y nadie sabe a ciencia cierta por qué. De la noche a la mañana invadieron una parte de la cuenca del Lago de Chapala, del lado de Michoacán, y la comunidad miró con simpatía y asombro su arribo, que coincidió también con el auge del tráfico de la droga.
Lo cierto es que vienen de lejos -de Canadá y el norte de Estados Unidos- y cada año llegan más.
Don Rutilo es un viejo pescador que recuerda el momento en el que las vio por primera vez. Cuenta que llegaron menos de una docena de estas aves y nadie las molestó y las alimentaron durante todo el invierno y hasta que los árboles de huizache reverdecieron.
Para él, lo que les gusta a estas vistosas aves es que la gente de las procesadoras de pescado les ahorren el trabajo de pescar y escoger su comida y a eso de las cuatro o cinco de la tarde llegan por parvadas al muelle de Petatán a atragantarse de vísceras y restos de pescado, mientras los fuereños les toman fotos y logran acercarse hasta casi acariciarlos.
-¡Pa' mí que son flojas -exclama, entre risas y muestra su boca desdentada.
A lo mejor. Pero a lo mejor también les ha gustado el benévolo clima de esta zona que no es ni muy caliente ni de mucho frío. Quizá, como a las mariposas Monarcas, les gusta la hospitalidad de la gente que ha visto con la llegada de los pelícanos una opción en el turismo y, con ello, una opción de vida.
No importa que a todos los haya agarrado desprevenidos y no haya ni una palapa donde sentarse.
Lo cierto es que los pelícanos "borregones" y los lugareños han establecido una relación cercana. Unos y otros conviven, se esperan y han aprendido a vivir con la tolerancia que a los cárteles del crimen de Michoacán y Jalisco les ha faltado en los en los últimos días.
Oficialmente su nombre es pelícano blanco americano, pero nadie sabe por qué tienen el mote de "borregones". Hay una teoría popular: dice que el día que llegaron el primer grupo de pelicanos un trasnochado los confundió en la oscuridad de la noche con borregos y quiso capturar uno. Al no darle alcance, la mañana llegó y el borrachito seguía insistiendo en que esos eran borregos. De ahí todo mundo les empezó a decir "borregones".
Pocos biólogos y ambientalistas se han acercado a estudiar el fenómeno, que siendo tan joven no encuentra explicación científica.
Hay voces que relacionan la cantidad y calidad del agua de la cuenca del Lago de Chapala con la estancia de los pelícanos.