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Crece la crisis panista

JESÚS CANTÚ

Gustavo Madero, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, no resistió la tentación de hacer valer sus poderes formales y destituir al coordinador de los senadores blanquiazules, Ernesto Cordero, a pesar de tener en contra a 23 de 38 integrantes de la bancada, lo que representa más del 60% de la misma.

Como era lógico, su decisión desató una guerra que en un mes (Madero notificó su decisión el domingo 19 de mayo) ya involucró a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, es decir, ya hay denuncias de delitos penales y, por consiguiente, eventualmente la intervención de tribunales.

La gota que derramó el vaso fue el anuncio de Ernesto Cordero y Roberto Gil, junto al coordinador de los senadores perredistas, Miguel Barbosa, acompañado de Manuel Camacho, de que ellos trabajarían su propia reforma política, paralela a la que se elaboraba en el Pacto por México. Seguramente había muchas más diferencias entre Madero y Cordero, pero hasta ese momento no habían provocado una confrontación mayor y esto fue lo que motivó a Madero a recurrir a las facultades que le otorgan los estatutos de su partido y, como presidente del CEN blanquiazul, destituir a Cordero y designar a José Luis Preciado, hasta ese momento un total desconocido para la opinión pública nacional.

Madero nunca recapacitó (o si lo hizo lo menospreció) en que el recurrir al poder formal sin tener el control (o la posibilidad de lograrlo a través de los instrumentos del poder) de la mayoría de la bancada, inevitablemente conduciría a una confrontación en un momento crucial para él.

Esta fue la segunda destitución de un coordinador de los senadores blanquiazules, pues en el sexenio anterior, el 10 de junio de 2008, el entonces presidente del CEN blanquiazul, Germán Martínez, destituyó a Santiago Creel y designó en su lugar precisamente a Gustavo Madero. La gran diferencia es que en ese entonces el presidente era Felipe Calderón y Martínez contaba con todo su apoyo, por lo cual todos los senadores se plegaron ante la decisión del dirigente blanquiazul, para no enfrentarse al poder presidencial.

En esta ocasión, Madero aunque cuenta con el respaldo del CEN panista, no tiene atrás el poder presidencial. Para colmo Madero recurrió a los mismos métodos, de quien hoy es su enemigo en el PAN, Felipe Calderón y nombró a un incondicional para sustituir a Cordero, pero olvidó que también tenía que haber buscado un mínimo de capacidades para manejar la crisis.

Más allá de los discursos de los involucrados, la disputa descubrió las verdaderas diferencias: poder y dinero. Al dirigente blanquiazul le interesa principalmente el manejo de los legisladores blanquiazules, porque allí descansa su única arma negociadora con el gobierno federal, sin el control de los senadores se acaba de inmediato su participación en el Pacto por México. Hoy por hoy, Madero (en el mejor de los casos) puede responder por el voto de 15 de los 38 senadores blanquiazules, pues los otros 23 están agrupados en torno a Cordero.

Evidentemente al grupo encabezado visiblemente por Ernesto Cordero, pero cuyo verdadero líder es el presidente Felipe Calderón, lo que le interesa es fundamentalmente el manejo de los jugosos recursos económicos del grupo parlamentario, que únicamente para el primer año de ejercicio legislativo asciende a 204 millones de pesos y que el coordinador manejaba a su antojo. Entre las denuncias que surgieron una vez que designaron a un nuevo coordinador destaca el reparto de 430 mil pesos a cada senador, sin razón explícita alguna y un depósito por 300 mil pesos en la cuenta de Juan Ignacio Zavala, cuñado del expresidente Felipe Calderón, que finalmente se justificó como un préstamo personal que solicitó el senador Roberto Gil y él se lo transfirió a Zavala, pero se lo descuentan de su dieta.

Evidentemente a los calderonistas no les preocupaba el liderazgo formal de la bancada, porque de todas formas tienen asegurado el voto del 60% de los senadores, con lo cual ellos son los que realmente tienen el control político; pero sí se ocuparon en no perder el manejo del dinero, pues hoy es su principal -si no única- fuente de financiamiento, precisamente por ello cuando empieza a aflorar el manejo discrecional de la bolsa del grupo parlamentario y eso conduce a un nuevo acto de autoridad de Madero, primero cancelando todos los préstamos y, posteriormente, a través de Preciado, con la destitución de Jorge Luis Lavalle, como vicecoordinador administrativo, decidieron aprovechar su mayoría para cambiar los estatutos del grupo parlamentario y designar directamente a Francisco Domínguez como tesorero.

Horas después de su designación Domínguez tomó posesión de su cargo y, en presencia de un notario público, ocupó las oficinas, sin embargo, apenas las abandonó, llegó el Ministerio Público del Distrito Federal por una denuncia de despojo que interpuso el coordinador Preciado. El viernes 2 guardias impidieron el acceso a las oficinas a Domínguez y el CEN panista anunció que desconocía las reformas y al presunto tesorero.

Lo cierto es que ambos grupos se olvidaron de la política y el diálogo (obvio ni hablar de la ciudadanía que con sus votos los llevó a ese lugar) y, apegándose a la letra de los distintos ordenamientos jurídicos que rigen el funcionamiento del partido y el grupo parlamentario, dieron rienda suelta a sus pasiones. Es una guerra que no parece tener límite y que muestra en toda su dimensión las limitaciones de los panistas para operar y la ausencia absoluta de un liderazgo que les permita salir de la crisis en la que los hundió Calderón.

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