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CRÓNICA LERDENSE

La Cueva Del Vapor

Excursionistas en la Cueva del Vapor.

Excursionistas en la Cueva del Vapor.

JOSÉ JESÚS VARGAS GARZA CRONISTA OFICIAL DE LERDO

Grandes recuerdos nos quedan para todos aquellos que fuimos jóvenes en los años 60→ s del siglo XX, que nos aventurábamos a ir de excursión y subir este grandioso cerro que en la antigüedad se le llamó de San Isidro, hoy el cerro de la Santa Cruz, y que forma parte de la cordillera sur de la Sierra del Sarnoso. En el que en su cúspide se encuentra la entrada a la grandiosa Cueva del Vapor,

Existen infinidad de aventuras que a los lerdenses nos tocó ser actores, obteniendo una gran experiencia al penetrar en esa caverna con miedo y valentía. Muchos testimonios nos demuestran de la existencia de la Cueva desde tiempos inmemoriales, además que fue refugio de bandoleros y depósito de grandes tesoros,

Para ascender a la gruta que se ubica en el cerro que se encuentra al lado Poniente-Sur de la Ciudad de Lerdo, existen varios lugares por donde subir, uno de ellos la marcha se iniciaba subiendo una pequeña loma (hoy en día parte del pueblo de San Isidro), por una vereda cubierta de matorrales raquíticos, lleno de pedruscos y desniveles que lo llevan a un cerro mediano. El camino era tranquilo y de paz, observándose algunas clases de animales, mas plantas de gobernadora, cardenches y rupestres: a veces se pisaban y se rodeaban rocas calcáreas de varios tamaños y formas, porosas, agrietadas y calcinadas por la tremenda erosión de los elementos naturales.

Al llegar a la cima se continuaba caminando un kilómetro más, arribando a un socavón de forma irregular abierto por la naturaleza, de medida de tres o cuatro metros de diámetro, y del cual se desprendían casi en forma imperceptible pequeñas ondas de vapor de agua. Los aventureros excursionistas bajaban hasta cuatro o cinco metros por una cuerda, sin apoyarse en las paredes que resumían humedad, se tenía cuidado, pues eran muy resbalosas, además se debería de llevar hilo para el guía, la comida y el agua.

Los excursionistas se descolgaban hacia el piso mojado y rocoso, avanzando por un ancho túnel, en el que las paredes y el piso aparecían sin aristas, y como torneados; a veinte metros en ocasiones la gente se tenía que quitar la ropa, quedándose en calzoncillos para poder resistir el calor sofocante y húmedo. Algunas veces dejaban en un descanso la comida; pero continuaban cargando solamente una caramayola grande de agua, y se iban guiando con el hilo dejándolo como rastro. Se aluzaban la tenebrosa oscuridad con una vela de cebo o cera que se llevaba en una mano y además una caja de cerillos en la otra.

En el interior y a corta distancia, el socavón se bifurcaba en dos ramas, y al tomar una de ellas, pronto se dividía, repitiéndose este detalle con frecuencia: la palomilla seguía caminando, unas veces a través de vastos salones con curiosas formaciones de estalactitas y estalagmitas, y otras veces arrastrándose por el suelo en simples cuevas, en las que apenas les cabía el cuerpo.

En el interior de la caverna las horas pasaban presurosas, sin que decayera el entusiasmo de los aventureros de la naturaleza, pues tenían el interés de conocer la gruta. En un determinado momento se daban cuenta que habían transitado grandes tramos que iban descendiendo en la desconocida Cueva, llegando al extremo de que se terminaba el hilo de guía,

Pero los excursionistas continuaban adentrándose con un afán incontenible, como impulsados por un designio misterioso de los espíritus que hubieren tomado posesión de esa cueva extraña. La vela que se llevaba se extinguía, y no obstante, ese serio impedimento, continuaban la marcha, alumbrándose ahora con cerillos, hasta que también éstos se terminaban, fue entonces que se quedaron en medio de unas tinieblas abismales, tiempo en que se regresaban hacia la superficie.

Existen testimonios en notas periodísticas que datan de 1928, que relatan que un grupo de gambusinos visitaron la Cueva de San Isidro, el grupo se formaba de veintitrés personas que iban en busca de la loca fortuna. En ese entonces en el pueblo lerdense se había suscitado información respecto a un tesoro que fue descubierto por un anciano llamado Telésforo Ríos.

Por otro lado, otros buscaban el del bandolero Celestino Figueroa, fue así que con todos los enseres necesarios para una expedición como esta, se encaminaron hacia la cúspide del cerro conocidísimos personajes vecinos de Lerdo y funcionarios del Ayuntamiento de Lerdo, como los señores: Faustino Martínez, Presidente Municipal, Pablo Pérez, síndico del Ayuntamiento; Gregorio Moreno, José Álvarez, Juan Reyes, José Rumialdi, Antonio Martínez, Brígido Rojas, Silverio Ramos, Gregorio Rodallegas, Sebastián López, Guillermo Castillo, Nazario Zamora, Jesús Santibáñez, Francisco Salcido, Melitón García, Federico Pimentel, Arnulfo Echavarría, Trinidad Lozano y Francisco Mayorga.

Muy de mañana habían marchado en busca del tesoro codiciado por muchos, y a las doce horas menos quince minutos, llegaron los señores expedicionarios a la boca de la cueva, y desde luego dieron trazas de bajar al fondo para descubrir en que parte se encontraban las preciadas cargas de "reales" de que tanto se hablaba.

Después de vencer mil obstáculos los gambusinos lerdenses llegaron a una gruta llamada de los Secretos, encontrando en ella un letrero escrito sin duda por algún otro gambusino fracasado que decía: "Detente temerario, piensa en tu alma".

En otras partes había letreros casi todos ellos, ostentando nombres de las personas que en distintas fechas habían visitado la Caverna. En otra expedición los actores encontraron en el fondo de la gruta sacaron diez aparejos y fragmentos de un esqueleto humano.

Después de cuatro horas de continuo buscar por todos los recodos de la cueva, los gambusinos llegaron como a unos mil metros de profundidad, esos aventureros salieron muy desilusionados, pues nunca dieron con el rico tesoro. Total; la expedición se sumó al número de las empresas fracasadas para desenterrar el tesoro del célebre Celestino Figueroa, un asaltante de carretas y diligencias que por espacio de varios años asoló la región del Paso de Figueroa.

Esta grandiosa y enigmática Cueva del Vapor es una maravilla geológica de vastos salones con curiosas formaciones de estalactitas y estalagmitas, patrimonio lagunero muy interesante, que por su misma trascendencia milenaria, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) debe de protegerla, con el fin de salvaguardar este patrimonio geológico, ya que forma parte del conjunto de recursos naturales no renovables.

La grandiosa Caverna actualmente está en peligro de extinción, ya que se encuentra en el área que explota una empresa Trituradora de Piedra, que se ubica a pie de la misma. Las grandes explosiones que se ejecutan en forma constante pueden provocar hundimientos en las salas que contiene este fenómeno geológico, vestigio que existe al sur de la ciudad de Lerdo.

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