Sustos. Sólo cien pesos le costó el traje de 'viejo de la danza'. El próximo año quiere hacer un dinosaurio.
Con látigo en mano, una muñeca vieja y un lobo de plástico sobre su espalda, Felipe de Jesús Alvarado Medina salió a las calles de Torreón para ser un "viejo de la danza". Los niños lloran, las señoras se esconden y él ríe a carcajadas.
Del terrorífico personaje que deja lágrimas entre los más jóvenes de la peregrinación surge su real personalidad; un hombre devoto que fundó una danza y arregló el nicho de la virgen en la colonia Vicente Guerrero.
Todo comenzó cuando Felipe compró un terreno abandonado donde estaba la imagen de la Virgen de Guadalupe. Estaba abandonada, rayada y para él se veía muy triste.
"Los muchachos la descuidaron mucho y, pues me puse y la arreglé. Pero un años después estaba muy sola y pues organicé una danza".
Felipe decidió bautizar su danza como Los Guadalupanos, reunió a sus primos, sobrinos, vecinos y convenció a toda su familia de ayudarlo. El danzante más joven tiene 8 años y las más grandes son señoras de 46 años.
Él no sabe danzar y ni lo ha intentado, desde que formó el grupo estaba seguro que quería ser el más temido de todos, así cuidaría de los danzantes y además se divertiría.
"Correteo niños y señoras, de todo. El año pasado nos pasó que un niño le arrebató la bolsa a la mamá y ella ni cuenta. Todos estaban a risa y risa. Cuando ya se asustan les doy la mano".
A Felipe le molesta que los otros "viejos de la danza" no respeten y hasta lanzan huevos a quienes van a la peregrinación.
"No se vale porque la gente viene con devoción, de hecho el año pasado se las hice de cuento a unos porque le dieron a mis niñas con huevos".
Tres meses antes del 12 de diciembre Don Felipe reúne a su grupo, los llama para repasar los pasos y checar él los trajes.
"Las muchachas grandes que son las capitanas son las que ponen los pasos, ellas son las que les enseñan a los más chicos".
Uno de los tíos de Don Felipe también tenía una danza, pero como se desintegró ahora decidió apoyarlo,"somos casi puros familiares, es que también iban al terreno y miraban muy sola a la virgencita".
Con su trabajo de mecánico compra el vestuario a sus danzantes, excepto los huaraches. Esos, dice, cada quien sabe dónde los compra.
"Se siente muy bonito, muy alegre. Es muy bonito ver a los niños que van peregrinando. En el grupo tenemos niños de 4 años, pero esos no los traemos por seguridad y porque no aguantan. También tengo una sobrina de 3 años y ahí anda en friega".
Felipe platicó que uno de sus sobrinos nació de siete meses, le dijeron que no iba a poder caminar. Ante el terrible diagnóstico toda la familia lo encomendó a la Virgen de Guadalupe.
"Ahora el niño tiene 6 años y ya camina con andadera, ya puede mover su pies".
