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Cuesta arriba la reforma migratoria

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

No será fácil lograr la aprobación de una reforma migratoria en este 2013 con todo y la ofensiva política que han lanzado el presidente Barack Obama y un grupo de ocho senadores.

El nuevo y quizá último intento de la administración Obama por alcanzar la ansiada reforma surge luego de la reelección que obtuvo con el amplio respaldo de votantes latinos y asiáticos.

El mandatario no cumplió su promesa de establecer en su primer período un nuevo marco legal para los once o más millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.

Pero con todo y haberles fallado, la población latina se volcó a favor de Obama y le entregó el setenta por ciento de sus votos.

Algunos analistas lo atribuyen a que Obama lanzó el programa DACA para regularizar y dar permisos de empleo a los jóvenes que fueron cruzados por sus padres sin documentos cuando eran niños.

Otros simplemente dicen que votaron a favor de su reelección porque temían que Mitt Romney llegara a la Casa Blanca y aumentara la persecución en contra de los indocumentados.

Son ocho senadores de los dos partidos los que se han reunido desde el mes de noviembre para proponer un proyecto de ley que conjugue las necesidades e intereses de los inmigrantes, las autoridades y los ciudadanos norteamericanos.

Simultáneamente el presidente Obama lanzó su campaña de promoción para impulsar su reforma. Según el mandatario ha llegado el momento de reparar el sistema nacional de inmigración que se encuentra roto.

Pero lo mismo se dijo en el año 2001 en tiempos del presidente George Bush y años más tarde con el proyecto de ley McCain-Kennedy lanzado en 2005 y otro más con el nombre de Acta de Reforma Comprensiva de Inmigración que entró al Congreso en mayo de 2007, pero que nunca llegó a ser votado.

Por intentos, pues, no han quedado. Algo similar ocurrió con la discutida Dream Act que llegó al Congreso en varias ocasiones sin que jamás haya sido aprobada.

En agosto del año pasado, Obama aprovechó la coyuntura electoral para lanzar su programa DACA con el fin de otorgar permisos de trabajo y evitar la deportación de jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo menores de edad.

Esta acción le rindió amplios frutos en las votaciones a Obama y ha sido sin duda su principal aliciente para apostar su capital político en esta cruzada a favor de la reforma migratoria.

La probabilidad de que este intento fructifique es mayor al de años recientes, pero no es definitivo. Diríamos que hay una probabilidad de 50 a 50 con todo y que Obama invertirá tiempo y buena parte de su capital político.

Hay sin embargo diferencias notables entre el plan de Obama y el de los senadores. Ambos proponen otorgar residencia permanente y años después la ciudadanía si el inmigrante carece de antecedentes penales, cubre una multa y paga sus impuestos anteriores.

Pero la propuesta de los senadores condiciona la entrega de "green cards" hasta que se logre un nivel de seguridad óptimo en las fronteras y para ello recomiendan lo de siempre: más agentes, más unidades de vigilancia y más infraestructura de alta tecnología.

Hasta el momento los legisladores conservadores han guardado silencio, pero no pasará mucho tiempo para que desacrediten el nuevo plan de reforma migratoria. Lamentablemente con su negativa sistemática a cambiar la ley migratoria, los radicales piensan que han conseguido buena parte de sus propósitos como reducir la inmigración ilegal y aumentar las deportaciones.

Hay puntos por cuestionar en esta nueva ofensiva. La primera es porque los senadores y el presidente Obama no lanzaron juntos y desde la Casa Blanca o el Capitolio la propuesta de reforma. El impacto en la opinión pública habría sido doble.

Segundo, ¿por qué Obama utilizó un foro popular en Las Vegas para promover su propuesta lo que le dio un tinte electoral y liberal en términos políticos?

Los republicanos, quienes dominan la Cámara de Representantes, reconocen la necesidad de atraer el voto de los latinos y otras minorías de inmigrantes, pero no están seguros de hacerlo ahora o esperarse cuando se acerque la elección presidencial del año 2016.

Por lo mismo no se vislumbra nada fácil obtener la aprobación de ambas cámaras a la reforma migratoria en el corto plazo. Lamentablemente hay todavía demasiados intereses políticos y también raciales inmiscuidos en el tema.

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