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Cuesta arriba

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

No cabe duda que a Jorge Zermeño le cuesta mucho asumir derrotas. El cuadro panista más respetado por la ciudadanía ha tenido que sufrir en carne propia las vicisitudes de abandonar el trabajo partidista dentro de Acción Nacional, no obstante sabía bien que en ese partido, es importante estar cerca de los militantes. El ejemplo más vivo de esa circunstancia en Acción Nacional lo vivieron los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón. Cuando Fox gobernaba, impulsó a Santiago Creel para que buscara ser candidato a sucederlo; Felipe Calderón supo a través de las simpatías dentro del partido, arrebatarle al presidente en turno la posibilidad de designar a su favorito. Igual suerte corrió Felipe Calderón, cuando quiso imponer a Ernesto Cordero, que fue derrotado por Josefina Vázquez Mota.

Entrevistado cuando acudió a la inauguración del Foro Internacional sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias en México (el exalcalde, exdiputado, exsenador y otrora enemigo político número uno del régimen moreirista, ahora asiste a eventos organizados por el propio Gobierno de Coahuila), Zermeño hasta eso considera que el abanderado panista para la alcaldía de Torreón, Jesús de León, es buen candidato, pero asegura que su desventaja ante el priista Miguel Riquelme se deriva de que el proceso del PAN para elegir a su candidato se realizó en un proceso amañado.

Nuevamente Jorge Zermeño derrama la hiel que le dejó que nuevamente el grupo de Guillermo Anaya lo volviera a aplastar en las elecciones internas. Hace un año, compitió ante Luis Fernando Salazar y perdió; por supuesto el exembajador impugnó el proceso. Apenas unos meses atrás la dosis le fue repetida y nuevamente sucumbió ante los militantes panistas que han sido aceitados por años por el grupo anayista, mientras don Jorge vivía aristocráticamente en Madrid, con cargo obvio a la embajada mexicana. Pero eso no impidió que Zermeño nuevamente descalificara esa elección.

Aun con esos hechos, hay una verdad estadística irrebatible: Jorge Zermeño contaría con muchas más posibilidades de triunfo que el candidato De León. Sin embargo, Guillermo Anaya, controlador de la mayoría de la estructura panista, hizo otro cálculo. De haber sido el candidato Zermeño, él y su grupo hubieran sido puestos fuera de la futura administración municipal, algo así sucedió como cuando José Ángel Pérez los derrotó en la contienda interna. Con esos elementos su lógica fue simple: si se permitía que Jorge Zermeño fuera postulado, él y su grupo serían a la postre marginados, tal como lo vivieron en la última administración municipal panista, aunque en ese período tenían el cobijo del Gobierno federal, que hoy no existe más; así que su decisión fue imponer a su candidato, no importando que conseguir la victoria fuese más remota que si hubieran perfilado a Jorge Zermeño. Claro que aún perdiendo, Anaya colocará a los regidores de minoría.

Puede haber variaciones si uno compara las encuestas. Sería ingenuo si se hace caso a las que los partidos andan pregonando, pero lo que parece irrebatible es que algunos puntos más o algunos puntos menos, Miguel Riquelme del PRI arranca con ventaja de cara a los comicios del 7 de julio. Esto por supuesto no es indicativo de que el resultado no pueda ser revertido. Falta ver cuál es el resultado de las campañas, del impacto que tenga en la ciudadanía lo que ha sido la administración priista de Eduardo Olmos, así como el efecto real que traerá consigo la participación de Raúl Sifuentes por Movimiento Ciudadano -un producto político del PRI que cuando el viento le sopló en contra, dejó al partido y ahora les va a competir con las mismas mañas que aprendió dentro de él-. El propio Guillermo Anaya vivió una situación similar hace 11 años y al final supo venir de atrás para ganar aquella elección del 29 de septiembre de 2002.

De cualquier manera la cosa para los panistas está cuesta arriba, y sus divisiones aparentemente serán otra vez el abono perfecto para sentenciar una derrota más, sin importar que enfrente tuvieran una gran oportunidad de recuperar la presidencia municipal por el desastre y comportamiento rateril que ha sido signo del Gobierno del alcalde Olmos, y el colapso de toda la red clientelar que mantuvo el Gobierno del Estado cuando el Profesor era gobernador y que provocó la megadeuda de 36 mil millones de pesos. La mezquindad de Anaya y la falta de capacidad de Zermeño para aceptar las derrotas, podrían ser elementos para que el PRI repita cuatro años más por lo menos.

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