Pocos personajes políticos fueron tan atacados durante su vida como Margaret Thatcher. No era sólo por ser mujer, esto lo podía aguantar la "comentocracia" británica, sino por haber transformado la economía del país. No sólo en los medios se le atacó y ridiculizó. Obras de teatro, como Billy Elliott, dejaron una imagen de ella como enemiga de la clase trabajadora y del país. En su último retrato cinematográfico, La dama de hierro, de 2011, Meryl Streep la interpreta como una anciana excéntrica y aquejada de Alzheimer.
Sin embargo, durante más de una década de gobierno, de 1979 a 1990, el mandato más largo del siglo XX en el Reino Unido, Thatcher realizó una serie de reformas que transformaron a un país postrado. Al final sus reformas promovieron un renacimiento económico.
Margaret Roberts, su nombre de soltera, nació en 1925 en Grantham, una pequeña ciudad del este de Inglaterra, donde su padre era dueño de dos tiendas de abarrotes. Estudió química en el Colegio Sommerville de Oxford. Trabajó como química investigadora en una empresa de Colchester. Se involucró en el Partido Conservador y conoció a Dennis Thatcher, un empresario divorciado con quien contrajo matrimonio en 1951. Se mudó al pueblo de Dartford donde estudió derecho y logró la certificación como abogada fiscal. Después de varias derrotas, fue electa por primera vez al Parlamento en 1959.
Como legisladora Thatcher asumió posiciones liberales. Cuestionó las altas tasas de impuestos del país, pero fue de los pocos miembros del Partido Conservador que votaron a favor de la descriminalización de la homosexualidad y la legalización del aborto.
Thatcher fue electa primera ministra, la única mujer en ocupar la jefatura del gobierno británico, en 1979, en un momento de profunda recesión con alta inflación. Su política económica estaba influida por Milton Friedman de la Universidad de Chicago y Friederich von Hayek y otros integrantes de la llamada escuela austriaca.
Thatcher redujo la tasa máxima de impuesto sobre la renta de 80 por ciento (95 por ciento con los impuestos al ingreso por capital) a 40 por ciento. Aumentó las tasas de interés para frenar la inflación. Recortó los subsidios. Combatió los privilegios de los sindicatos. Cerró o vendió empresas estatales. La batalla más dura la enfrentó cuando decidió cerrar más de 20 minas de carbón propiedad del gobierno. El sindicato minero declaró una huelga nacional que, tras varios meses, resultó fallida.
Este tratamiento de choque fue controvertido y llevó a un desplome original de la popularidad de la primera ministra. Sin embargo, la inflación cayó de 18 por ciento en 1979 a 8 por ciento en 1982, y después fue disminuyendo todavía más. El desempleo tuvo un repunte inicial, pero más tarde bajó. Thatcher fue reelecta en 1983 (después de ganar la guerra de las Malvinas de 1982) y en 1987. Al final de su mandato, en 1990, la economía estaba creciendo y los ingresos de los británicos habían aumentado de manera significativa.
El legado de la dama de hierro habría de ser duradero. Cuando Tony Blair se convirtió en líder del Partido Laborista en 1994, cambió los estatutos para repudiar un programa que buscaba "la propiedad común de los medios de producción y comercio". Al llegar al poder en 1997 los laboristas ya no buscaron regresar a los viejos tiempos de control absoluto gubernamental sobre la economía. Incluso Edward Miliband, el actual líder laborista, ha reconocido que algunas de las políticas de Thatcher fueron las correctas. "Nos equivocamos al oponernos a ellas" dijo en 2011.
NOGALES
En la frontera de Sonora con Arizona, Nogales llegó a ser considerada la segunda ciudad más peligrosa de México. En los últimos dos años, sin embargo, ha tenido un descenso importante en homicidios y otros actos de violencia. Es un caso que debe estudiarse.
Twitter: @sergiosarmient4
