En repetidas ocasiones -mejor dicho innumerables- se ha hablado de la moralidad y la relación que ésta tiene con los jóvenes.
Tal vez usted que se encuentra leyendo esta columna pueda decir "oiga, y usted qué me viene a mí a hablar de valores y moralidad si está bien 'chiquilla'", la verdad es que si usted sabe mi edad probablemente diría eso; pero como tengo este espacio, un gusto por la escritura y un tema a desarrollar, créame, le hablaré de moralidad.
Ciertamente las redes sociales son brutales, han penetrado de tal forma a la sociedad que uno ya no 'quiere' sino 'necesita' estas herramientas y está bien, yo no lo contradigo 'nomás' con que hagan buen uso de ellas. Y para ejemplo un botón. Recibí en mi cuenta de 'Twitter' un 'DM' (lo pongo al corriente, 'DM' significa 'DIRECT MESSAGE ó MENSAJE DIRECTO') en donde una lectora de esta 'chiquilla' hizo una sugerencia de tema para tratar en mi columna.
Interesante fue darme cuenta de que también yo me había percatado ya de esa situación, sin embargo no me había puesto a analizarla -le digo que soy una mocosa-. Impresionante ver que en los teléfonos celulares de algunos de mis amigos y no tan amigos también circulaban ciertas fotografías de algunas adolescentes laguneras en situaciones que digo comprometedoras, encueradas las chicas aparecían, definitivamente un acontecimiento que no es nuevo pero impresiona a cualquiera, incluso a mí que por la edad no me debería asustar tan fácilmente.
Gracias a esta lectora caí en la cuenta de que sí existen padres de familia, tíos, abuelos que están al pendiente de sus adolescentes; pero, ¿qué pasa con los que no lo están?, qué pasa con los padres, tíos y abuelos de esas niñas cuyos lugares más secretos de su cuerpo ya conocen muchos chavos de Torreón y no hizo falta que estuvieran a solas con ellas, sino con un 'bluetooth' o 'what's app' fue suficiente para que la intimidad de estas jovencitas la conociera no toda la escuela, no toda la colonia, no todo su grupo social, sino gran parte de la ciudad.
No soy madre de familia, así que no sabría -ni me siento con el derecho- decirles a los padres cómo tratar a sus hijos, mucho menos de qué manera educarlos. Lo que sí puedo hacer es dirigirme a personas de mi edad, todos(as) esos(as) jovencitos(as). No pretendo decirles que 'está mal tomarse fotos semidesnudos(as) para el novio o novia', ni que 'deberían de ir mejor todos los domingos a misa' o mucho menos que 'se ven mal'.
No estoy para escribir nada de eso, sé que 'da hueva' que ustedes y nosotros ya sabemos 'lo que está bien o mal', ya sabemos 'lo que queremos', la clave está en no afectar a terceros, cuidar nuestra integridad como personas que somos y pensar más en nosotros y menos en los demás. Cuando digo 'pensar menos en los demás' me refiero a valorarse a sí mismo, digo, no necesito yo mandarle alguna foto a mi novio pa' que me quiera más o pa' decirle que yo lo quiero más, y créanlo, él no tiene por qué pedirme que haga ese tipo de 'sesiones fotográficas o videos'.
Podrán algunos refutarme sobre que 'el cuerpo es arte', o simplemente 'es mi cuerpo', y estoy de acuerdo con ello, sin embargo nunca está demás hacernos nuestro propio 'test' sobre ¿qué tanto nos valoramos como seres humanos, como jóvenes?
Presión social aquí, presión social acá, pero ¿qué hay de hacer lo que de verdad sentimos y queremos?
Probablemente a uno o dos chicos ya les dio 'hueva' la columna de mamá Karen, por eso ya acabaré y con una de mis filosofías con las que vivo me despido; todos nos merecemos lo mejor en esta vida, vida que tiene muchos senderos; la clave es elegir el sendero adecuado, pues algunos de ellos simplemente no llevan a ningún lugar.
Disfruten su última semana de vacaciones, amen más y desnúdense menos y si lo hacen, pues que sea a un libro, por lo menos.
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