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De espías y traidores

GILBERTO SERNA RAMÍREZ

Yo espío, Tú espías. Él espía. Usted espía. Nosotros espiamos, Vosotros espiáis. Ellos espían. Se conjuga hasta el infinito. hablemos del Espionaje y del Contraespionaje, hablemos de Julius Rosenberg, de su esposa Ethel, de sus dos hijos. No hubo confesión. Ambos, estadounidenses, negaron haber vendido secretos de la Bomba Atómica, al entonces Unión de Repúblicas, Socialistas, Soviéticas. Unos seis hombres esperaban en un apartado salón, con dos líneas telefónicas que hubiera una confesión para así evitarse la silla eléctrica. Querían estar seguros ¿entonces no lo estaban? de la culpabilidad de los esposos Rosenberg. ¿Era la amenaza de mandarlos a la silla eléctrica la que provocaría el miedo y los haría confesar? Los medios se preguntaban ¿No era su juicio una trampa? ¿No fueron ellos los chivos expiatorios de la incompetencia de los altos niveles?

"La historia del matrimonio Rosenberg es un ejemple de cómo en los Estados Unidos existe una justicia para ricos y otra para pobres y cómo mientras los ricos salen sistemáticamente impunes de todos sus crímenes, las personas humildes como el matrimonio Rosenberg, sin medios para defenderse, son aplastadas por un sistema en el que lo único que importa es el dinero y el poder y donde los derechos y las libertades individuales son sistemáticamente vulnerados, especialmente los de las minorías raciales, sexuales, o políticas.
Mientras los Rosenberg eran asesinados (sic) los Estados Unidos abrían sus puertas a cientos de criminales de guerra nazis y su gobierno apoyaba atroces dictaduras como la de Franco en España. Los Rosenberg fueron vilipendiados, presionados infructuosamente a declararse culpables y desprestigiarse".

Harry Gold, el espía que entregó el secreto de la bomba atómica a la URSS. "Cometí una falta terrible y tengo profundo remordimiento", fueron las palabras del químico, el día que fue condenado a 30 años de prisión por vender secretos nucleares a la Unión Soviética, de los que sólo cumplió 16 años, saliendo de la cárcel en 1966, convirtiéndose en profesor universitario y químico de renombre en la Alemania democrática, lugar donde se exilió nada más ser puesto en libertad. El espía, nacido en Suiza, pero nacionalizado estadounidense fue detenido por el FBI acusado de haber entregado el secreto de la bomba atómica a los rusos, en colaboración con el espía británico doctor Klaus Fuchs, este último condenado a 14 años de prisión. Para evitar ser vigilado caminaba por el lado oscuro de la calle pensaba que nadie sospecharía que el hombre rechoncho de aspecto extraño y expresión triste era un espía que comerciaba con secretos militares.

Por último, mencionaré a Bradley Manning soldado americano que sin otra cosa digna de quehacer, se dedicó a filtrar miles de documentos clasificados del gobierno de Estados Unidos considerándosele el hombre que puso de cabeza al Pentágono. La perfidia estará presente según advertimos antes, después y ahora, es decir, siempre habrá espías, espías dobles y traidores. Es el juego de poder de las superpotencias. Pero ya vemos que fue gracias a la declaración de unos cuantos, que los otros se enteraron. Los judas proliferan aquí, allá y acullá, no faltaba más. La insidia, la infidelidad y la deslealtad están a la orden del día. Los traidores tratan de hacer su trabajo dándose explicaciones a sí mismos de por qué lo hacen, seguramente con la loca intención de aquietar sus escrúpulos. El tema de traidor y héroe está vigente.

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