Margarita
Su tabarete, pintado de verde, localizado junto a la plaza principal, era el local comercial más concurrido del lugar.
De él fuimos clientes consentidos al que acudíamos todas las noches a gastar lo que ya ganábamos.
Al lugar seguimos acudiendo cuando cambiamos de domicilio y lugar y a él continuamos acudiendo en nuestros sueños para platicar con Margarita las cosas que vamos viviendo, con sus experiencias, como lo hicimos de niños, y de jóvenes cuando nos mudamos a otras tierras.
Con qué claridad volvieron los sueños que por casi dos años se ausentaron de nuestras noches.
Esta semana ha sido inolvidable.
Como si despertáramos de una larga pesadilla hemos vuelto a vivir, sentir y disfrutar cosas que habían desaparecido paulatinamente.
Visitar a Margarita que nos habla de las novedades ocurridas en nuestra ausencia ha sido de lo más agradable, como lo fue siempre.
Disfrutar de la gran variedad de dulces que llegaban a su puesto por manos mágicas destinadas a saciar los mil gustos infantiles volvió a ser gran placer.
Por ello qué gusto sentimos cuando pasado el tiempo, y con la ayuda de El Señor pudimos ir cumpliendo los sueños familiares preguntamos a papá qué negocio le gustaría tener para que pudiera dejar de trabajar y poseer su propia empresita.
Le propusimos varias ideas.
0 ¿Qué tal una pequeña ferretería?
¿O una tienda de abarrotes?
¿O una papelería?
Ponme una dulcería, dijo llena su voz de alegría, y agregó, mis clientes serán los niños del lugar.
Con su actitud, sin saberlo, le daba vida a Margarita, la amiga apreciada de nuestra niñez, pues papá sería su nuevo proveedor de mercancía .
Cosas que tiene la vida.
La vida misma.