Un soñador
Así nos calificó durante la niñez Lico Hernández, propietario de la finca donde Enriquillo Fernández tenía un taller mecánico y aprendíamos el oficio, limpiando fierros, haciendo el aseo y apretando alguna que otra tuerca.
Lico escuchaba los deseos que teníamos de conocer más y de ir por el mundo viendo y comentando nuestras experiencias.
Fumador empedernido, que al final le hizo mucho daño a su salud, un día, mientras encendía un cigarrillo, pensativo, triste al principio y alegre después dijo. De los que aquí estamos, sólo Robertillo -como nos llamó siempre utilizando en diminutivo el nombre de papá- será el único que un día esté en el Museo de Louvre, en París, viendo a la Mona Lisa. Extendía su mano que sostenía una caja de cerillos, en cuya carátula aparecía el famoso retrato de Davinci.
Y así fue, muchos años después, cuando estuvimos frente a la Gioconda en el famoso museo parisino, las lágrimas se asomaron borrando las imágenes, como lo consignamos en un reportaje sobre nuestra visita a la Ciudad Lux.
Ya trabajando en El SIGLO don Rodolfo Guzmán algunos fines de semana nos llevaba a Viesca, Coah. lugar hermoso que nos cautivaba desde que íbamos llegando por las Dunas de Bilbao que nos hacían imaginar camellos sobre sus colinas de arena.
Más recientemente, don Ramón Iriarte Maisterrena, al vernos nos saluda siempre con afecto diciéndonos, ¿Cómo está el incansable soñador?
Dice que ha seguido por años nuestros escritos, narrando muchas veces los sueños que hemos tenido para que haya mejores lugares para practicar el deporte, y que insistimos tanto hasta que se logra cristalizar los sueños, poniendo de ejemplo la tarea que una vez nos impusimos para que el futbol regresara a la Comarca y tuviera un estadio digno.
Y remata sus pláticas con una experiencia personal que tuvo, diciendo. Hasta a mí me convenció este Miguel Ángel y le construí su Museo para el deporte, aunque ahora me le escondo porque nunca para de pedir cosas, como el otro día que nos invitaba a Don Germán González Navarro y a mí a visitar su pueblo natal que requiere de cosas también.
Lo de soñar no cuesta, lo que en ocasiones se dificulta mucho es hacer realidad lo que se sueña.