Por: Lic. Miguel Ángel Ruelas Talamantes
Lo del espíritu lagunero, recordaba don Antonio de Juambelz, se fue dando solo, sin que existiera presión sino mediante la espontaneidad de los comarcanos.
Hacía especial referencia a un hecho que ocurrió a fines de los años veintes, cuando el Automóvil Club, que presidía don José de la Mora, retomó las gestiones para construir sobre el Río Nazas el puente tan necesario para unir la zona metropolitana de la Comarca, mismas que años atrás había iniciado una empresa creada con tal fin a la que se llamó Puente Nazas, S.A teniendo al frente a don Francisco Dingler, pero ocultas maniobras impidieron la construcción en ese entonces.
Sería el Automóvil Club quien cristalizaría los sueños, uniendo las voluntades de los laguneros que iniciaban así una de las primeras etapas de unión y apoyo, cosa no común en otras partes del país.
Así, por fin, el 20 de diciembre de 1931 fue inaugurado el puente, con la presencia del Gobernador de Coahuila, Nazario Ortiz Garza y Pastor Ruoaix de Durango.
Vendrían más oportunidades para fortalecer el famoso espíritu lagunero, y aquí, don Antonio recordaba emocionado el respaldo de los comarcanos para comprar la famosa vacuna Salk, que tanto ayudó en el combate de la meningitis, tarea que este Diario promovió y con cuyos remantes, después de comprada la vacuna se construyó en el Cerro de la Cruz, la escuela que lleva el nombre del ilustre inventor.
Actualmente el espíritu lagunero vuelve a asomarse generoso en las nuevas generaciones, como lo muestran jóvenes que se han dado, por lo pronto a la tara de limpiar totalmente nuestras ciudades, bajo el lema Amo a mi Laguna.
