Qué difícil es escribir cuando no se tiene un gramo de inspiración, cuando las palabras se rehúsan a salir y se quedan escondidas en alguna oscura parte de la conciencia. Uno las busca y les grita su nombre para que salgan, pero ellas, dignas e indiferentes se niegan a aparecer. Así son ellas: mis amigas las letras.
Cuando uno se encuentra en ese bloqueo creativo y se pelea con las palabras, lo más importante es no perder la calma, salir a respirar aire fresco y buscar un poco de inspiración, esa que siempre llega para rescatarnos cuando ni la imaginación ni el talento dan para más. Según el diccionario, la inspiración es un brote de creatividad irracional e inconsciente y, en mi opinión, es una luz que nos guía cuando el sendero de la imaginación dista de ser claro. Hay quienes afirman que tal cosa no existe, yo me aferro a creer en ella y a veces la encuentro rondando en el lugar más inesperado, así que como dijera Picasso: es mejor que me encuentre trabajando.
La inspiración está estrechamente ligada con el estado emocional en que uno se encuentra y el verdadero talento del artista radica en saber cómo canalizar esa emoción para congelar ese sentimiento, sin importar si éste sea bueno o malo. Sacar belleza del caos es virtud, pero esta columna no va enfocada en las emociones negras del ser humano, esta columna va dirigida a las personas que están detrás de las obras de arte: las musas.
Por más talento y capacidad que pueda tener un artista, éste se alimenta de emociones y sentimientos que lo obligan a dejar una huella en el mundo. Cuando un artista se enamora se empapa de toda esa belleza que le rodea y empieza a ver su entorno de una manera distinta, mostrando su lado más dulce, más ameno.
Las musas, a lo largo de la historia, han tomado un rol protagónico en la creación artística. En la mitología griega las musas eran las diosas inspiradoras de la música, fuente de inspiración de infinidad de artistas. ¿Cómo pensar en leer al poeta Dante Alighieri y su divina comedia sin imaginar a la musa que inspiró su Beatriz? ¿Habríamos podido disfrutar de las bellas canciones de Agustín Lara si en su vida nunca se hubiera cruzado con María Félix? Quizá nunca nos acordaríamos de Acapulco.
Tal vez el nombre Patty Boyd no resuene en la cabeza de muchas personas, pero seguro sí estuvo más que presente en la de dos grandes músicos: George Harrison y Eric Clapton. Patty fue esposa de ambos personajes y la inspiración de grandes canciones de amor como "Something" y "Wonderful Tonight", respectivamente. Dos genios de la música enamorados de la misma mujer, vaya ironía. Alguna vez Frank Sinatra dijo que "Something" era la mejor canción de amor jamás escrita.
Como Patty Boyd hay muchos otros nombres que iluminaron la vida de innumerables artistas, Picasso tuvo a Lee Miller, Scott Fitzgerald tuvo a su Zelda y Salvador Dalí tenía a Gala. Vuelvo a enfatizar en la importancia de estos seres de otro mundo porque, sin duda alguna, se volvieron las personas que transformaron su vida e inspiraron gran parte de sus más bellas creaciones. ¿Qué sería de la vida sin las musas? Porque cuando una llega a nuestras vidas no se aleja nunca, está detrás de todo, detrás de cada letra.