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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

La tortuga macho le contó a un amigo: "Me divorcié de mi esposa". "¿Por qué?" -preguntó el amigo. Responde el otro: "Cuando hacíamos el amor me pedía cosas contra natura". "¿Cosas contra natura? -se asombró el amigo-. ¿Cómo cuál?". Responde la tortuga: "Me decía: '¡Más aprisa! ¡Más aprisa!'"... Momentos antes de celebrarse el matrimonio el novio le deslizó un billete de 500 pesos al oficiante y le dijo por lo bajo: "Le agradeceré que al pedirme que pronuncie los votos matrimoniales suprima eso de: '¿Prometes serle fiel?'. No quiero jurar eso". Llegó el momento de la boda. El oficiante se dirigió al novio y le preguntó en voz alta y clara: "¿Prometes obedecer en todo a tu adorable esposa; darle todo el dinero que ganes; renunciar a tus amigos para dedicarte completamente a ella; llevarle todas las mañanas el desayuno a la cama, y serle siempre fiel?". El muchacho, aturrullado al ver todas las miradas puestas en él, sólo acertó a responder: "S-sí". Luego, inclinándose hacia el oficiante, le reclamó entre dientes: "Creí que teníamos un arreglo". El hombre le devolvió discretamente los 500 pesos y le respondió también por lo bajo: "La novia me hizo una mejor oferta"... Dulciliria les informó a sus papás que estaba un poquitín embarazada. Explicó su desliz: "Todas las mujeres tenemos un minuto de debilidad". Pasó un año, y otra vez Dulciliria salió con la misma novedad, y repitió el expediente justificativo: "Todas las mujeres tenemos un minuto de debilidad". Lo mismo sucedió el siguiente año, y dijo de nueva cuenta: "Todas las mujeres tenemos un minuto de debilidad". "Oye -le dijo a Dulciliria su papá-. Se me hace que tienes el minutero demasiado fácil"... Doña Jodoncia le preguntó a don Martiriano: "¿Sabías que el hijo del vecino está pensando en casarse?". "No puede ser -respondió el sufrido esposo-. Si pensara no se casaría"... Una niñita lloraba desconsoladamente en la puerta de su casa. "¿Qué te sucede, buena niña?" -le preguntó una señora que pasaba. "Me regalaron una perrita -gime la pequeña-, pero mi mamá no la quiere en la casa". Dice la bondadosa dama: "¿Y se tendrá que ir?". "No -contestó la chiquilla arreciando su llanto-. Mi papi dice que la que tendrá que irse es la perrita"... Voy a enviar una iniciativa preferente a la Cámara de Diputados. En ella propondré que todos los mexicanos seamos declarados extranjeros. Sucede que cuando una persona de otro país es víctima aquí de algún delito, o de algún abuso de poder, el aparato de la justicia se mueve con eficiencia si así conviene a los detentadores del poder. Su celeridad es entonces verdaderamente impresionante. Consideremos, si no, los asuntos de la Cassez y de las infortunadas turistas españolas que sufrieron una incalificable agresión por parte de otros delincuentes. Con qué prontitud actuó la maquinaria oficial, en el primer caso para soltar a la francesa, en el segundo para aprehender a los torpes sujetos que consumaron el atentado contra las visitantes tan bárbaramente agredidas. En cambio cuando es un mexicano quien padece los efectos de un delito o una conculcación de su derecho la justicia se mueve con mayor lentitud que un caracol, y las más de las veces nunca llega, o tarda varios años en llegar. Propongo, entonces, que todos los mexicanos seamos declarados extranjeros. Así nos tratarán mejor... Ayer, Día del Amor y la Amistad, don Chinguetas le regaló una lámpara de forma extraña a doña Macalota, su mujer. Le dijo: "Para que metas ese geniecito que tienes"... Un hombre de edad madura entró en un bar y le escribió en un papel al cantinero: "Por favor, deme un tequila doble". El hombre de la cantina, compasivo como casi todos los de su oficio, escribió en otro papel: "¿Desde cuándo es usted sordomudo, amigo mío?". "Desde que empecé a beber -escribió a su vez el individuo-. Probé todos los aparatos auditivos, y ninguno me dio resultado. El médico me dijo que si renunciaba a la bebida empezaría a oír. En efecto: dejé el trago y volví a oír perfectamente". Escribe, asombrado, el cantinero: "Y entonces ¿por qué volvió a beber?". Responde el sujeto, también por escrito: "Lo que bebía me gustaba más que lo que oía"... "Doctor -le dijo la mujer al célebre analista-, siento de continuo un intenso deseo sexual. ¿Qué puedo hacer para que se me apague?". Sin vacilar indicó el facultativo: "Cásese"... FIN.

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